Capitulo 33

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Ese mismo día en la tarde, Draco y yo estuvimos en mi habitación ideando un plan para que el collar le llegara a Dumbledore. Al final, llegamos a una idea: Entregarle el collar a alguien más, para que esa persona se lo entregara a Dumbledore diciendo que alguien más lo enviaba.

Draco regresó a Hogsmeade, en donde aún estaban la mayoría de los estudiantes, a buscar a alguien para que cumpliera con la misión.
Mientras, yo me quedé en mi habitación guardando y desechando cualquier prueba que nos delatara.

Después de eso, comencé a escribir en mi diario todo lo que habíamos estado haciendo en los últimos días. De repente alguien tocó la puerta. Le dejé pasar creyendo que era Draco, pero estaba incorrecta, era Theodore. Tenía los ojos hinchados, parecía que había estado llorando por horas.

—¡Theo! ¿Qué pasa? ¿Estás bien?— me levanté de la cama dejando a un lado mi diario, y caminé hacia la puerta para recibirlo y sentarlo en mi cama —¿Qué tienes?— me arrodillé quedando frente a frente. Miré sus ojos tristes y lo tomé de la mano.

—Estuve... a punto de...— comenzó a llorar de nuevo y lo abracé —...estuve a punto de quitarme la vida...— lloró.

Pasé mi mano por su espalda tratando de calmarlo. Estaba consternada. Theodore era mi mejor amigo y no tenía idea de lo que estaba pasando. Lo había olvidado por completo. Claro que me sentía culpable, pero esto no se trataba de mí.
Lo abracé por in largo tiempo hasta que se calmó. Le pasé un pañuelo, pero no lo utilizó. Él miraba al suelo únicamente.

—Han pasado muchas cosas, Atenea... Cosas terribles en mi vida... Y hoy... Vi a Lewis Kraus con Hannah... estaban...— suspiró —... no quiero recordarlo... sólo sé que estaba muy molesto... y... le lancé el maleficio cruciatus...— me miró preocupado y yo lo miraba de la misma manera—... Atenea... si corro con suerte, van a expulsarme de la escuela... si no, me mandaran a... —comenzó a llorar de nuevo— ...Hogwarts es mi hogar... No quiero volver a casa... Mucho menos quiero ir a Azkabán... Por eso creí... que era mejor morir...—

Volví a abrazarlo sintiendo su dolor. Tenía un nudo en la garganta de escucharlo llorar tan desesperadamente.

—No, Theo, no te preocupes ¿si? Encontraremos la forma de ayudarte... ¿Quienes estaban ahí?

—Habían muchas personas Atenea, además el ministerio de magia tiene controlado el uso de magia en menores... claro que se enterarán si uso un maleficio imperdonable...— se limpió las lágrimas.

—Si, lo sé... Pero tal vez... Bueno, no sé... Es muy arriesgado también...— me miró con los ojos esperanzados —...podríamos hacerles un Obliviate a todos los que estuvieron y así no habrían testigos, pero sería muy sospechoso... lo único que se me ocurre es... ¿Imperio?—

Theodore abrió los ojos como platos y luego puso las manos en su cabeza —¡Pero sería lo mismo! ¡Al final, detectarían el uso de magia prohibida!—

Lo tomé de las manos y lo miré a los ojos tratando de calmarlo.

—¡Ey!— capté su atención —Te voy a ayudar, ¿si? No te voy a dejar en esto solo, y te prometo que encontraremos la manera lo antes posible, pero por favor tranquilízate ¿si? Respira profundo— respiré con él para ayudarlo.

Estuve todo el rato tratando de distraerlo para que se relajara. Lo conocía. Sabía lo importante que era la escuela y el quidditch para él. Sabía también que no le agradaba mucho volver a casa. Así que tenía que buscar una solución para su problema. En cuanto Theodore se calmó, me dijo que quería estar solo en su habitación. No quería dejarlo solo, pero también entendía que era su deseo, así que le hice prometerme que no haría nada de lo que se arrepentiría, y luego se fue.

FIX MEWhere stories live. Discover now