Capitulo 19

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Atenea caminó por diferentes pasillos y subió un par de escaleras en búsqueda de Theodore.
Fue cuando caminaba por un pasillo con una vista increíble hacia el lago que encontró a quien buscaba.

Theodore contemplaba la vista.
Atenea se acercaba a él poco a poco hasta que terminó a su lado, recargada de la barda como lo hacía él y mirando hacia el mismo lugar que él.
Theodore ni siquiera tuvo que voltear para saber quien era, podía reconocer su aroma desde lejos. Siempre olía a flores dulces.

—¿Cómo estás?— preguntó Atenea.

—Bien. Todo ha estado tranquilo. ¿Y tú?— respondió Theodore alterando la verdad un poco.

—Quisiera poder decir lo mismo— respondió Atenea con una sonrisa torcida y él la miró.

—¿Por qué?— preguntó confundido y con esperanza.

Atenea no dudó en contarle absolutamente todo y cada detalle de lo que había sucedido en esos días desde las amenazas de Atticus. Theodore no decía nada, sólo la escuchaba, como siempre.

—Entonces... jamás hubo otra persona. Y cuando viste que "mis ojos brillaban" cuando hablaba de esa persona, en realidad estaba pensando en ti— confesó Atenea. Theodore la miraba atentamente esperando con ansias el siguiente movimiento de Atenea, pero por primera vez se equivocó.

—Lo siento— se disculpó Atenea.

—¿Por qué?— preguntó Theodore más confundido que antes.

—Por todo. Por no habértelo dicho antes y por haberte hecho pasar por todo esto—

—No tienes que disculparte, yo he estado bien— mintió Theodore.

—Elisavet me lo contó todo. No tienes que fingir— Theodore la miró con incertidumbre, y Atenea lo miró con tristeza en los ojos.

—Entonces... ¿qué procede?—

—Theodore, no... no podemos regresar... al menos no por ahora—

—¿Qué? ¿Por qué?— preguntó con calma mientras por dentro sufría.

—Porque... Yo te amo más que a nadie, Theodore. Contigo siempre me siento bien, me siento a salvo, y eres absolutamente todo lo que busco... Pero no puedo estar contigo sabiendo que te estoy causando inseguridades. Pensé que ya no tenías dudas acerca de mis sentimientos y mi relación con Draco. Pensé que había quedado claro todo. Pero con lo que sucedió en la torre, sólo me di cuenta de que nada había cambiado. Simplemente lo has estado ocultando—

—Tienes razón. Pero, Atenea, no puedes culparme. No me siento así nada más porque si. Me siento así porque tengo ojos, y también siento toda la tensión que hay cada vez que Draco se acerca a ti. Así que creo que la que está ocultando algo eres tú, y creo que te lo estás ocultando a ti misma—

—Eso no es cierto, yo...—

—Atenea, por favor. Recuérdame por qué fue que lo nuestro comenzó... Fue porque Draco te reemplazó porque te fuiste... Los dos utilizaron a alguien más para olvidarse de ustedes...—

—Theodore sabes que no es cierto. Lo que sucedió con nosotros, contigo y conmigo, está ahí desde antes de lo qué pasó con Draco—

—Tal vez, pero eso no quita que sigas sintiendo cosas por Draco. Solo que lo reprimes porque no quieres reconocerlo. Te conozco, eres demasiado orgullosa como para hacerlo—

—Sabes que no...— Atenea intentó defenderse,
pero Theodore interrumpió.

—No lo niegues. Sólo te lo estás negando a ti misma. Yo sé que me amas, créeme que lo sé;
pero también lo amas a él. Odio tener que hacer esto, Atenea, pero tendrás que elegir, porque yo no puedo seguir sintiéndome de esta manera, y tú no puedes seguir engañándote a ti misma— dijo Theodore más tranquilo que nunca.

—Tal vez tengas razón, tal vez no. Creo que yo tampoco lo sé. Pero si sé una cosa. Estoy cansada de que las personas piensen que yo soy de su propiedad, o que soy un trofeo que hay que ganar. Siento como si estuviéramos en un juego, y el que gane el primer lugar me gana a mi. Y a veces se les olvida que yo también tomo decisiones... Escucha, Theodore, porque te lo he repetido muchas veces ya. Si decidí estar contigo fue por algo, porque te amo y de verdad valoro tenerte conmigo; pero también valoro mi libertad, y el hecho de que dudes de mi y mis decisiones sólo muestra tus inseguridades. Tal vez tengas razón tú, tal vez tenga razón yo, tal vez los dos, o ninguno. Pero creo que tomarnos un tiempo nos ayudará a darnos cuenta de lo que queremos en verdad—

—Creo que... estoy de acuerdo contigo. Tú no puedes estar con alguien que duda de ti, y yo no puedo estar con alguien que no sabe lo que quiere. Y no lo digo con resentimiento, lo digo de la mejor manera, porque sólo nos estamos haciendo daño y no podemos seguir así. Atenea, yo te amo también, más que a nadie, y te lo recuerdo siempre para que jamás olvides lo especial que eres para mi. Jamás me perdonaría el privarte de algo, hacerte sufrir o lastimarte. Por eso estoy de acuerdo en tomarnos un tiempo. Así puedes aclarar las cosas con Draco, y yo mis ideas—

Atenea asintió y Theodore la pegó a su pecho para abrazarla. Atenea lo abrazó de regreso mientras Theodore se recargaba en la cabeza de Atenea y miraba el paisaje con tristeza.

Atenea miró a Theodore con un enorme nudo en la garganta, pero como él le dijo antes, ella era demasiado orgullosa como para reconocer sus sentimientos. Y esta vez, Theodore tenía razón.

Atenea había estado oprimiendo sus sentimientos y pensamientos acerca de Theodore y Draco. Amaba a Theodore, y lo dulce que era con ella; pero desde que Draco le confesó lo del arreglo de sus padres y los Greengrass, no dejaba de pensar en cómo habrían sido las cosas con Draco.

Cuando estaba con Theodore se sentía comprendida. Jamás peleaban por algo porque se entendían a la perfección. Él jamás le ocultaba sus sentimientos o pensamientos, y aunque a ella le costara él lograba sacar su lado amoroso, su lado más sentimental y sensible. Theodore la apoyaba en todo, incluso cuando sabía que no era la mejor idea, él siempre le recordaba que estaba ahí para ella. Se preocupaba por ella más que nadie más. Su relación con Theodore era todo lo que siempre había pedido, como un cuento de hadas.

Y cuando estaba con Draco, cada día era una aventura. Eran muy diferentes, pero muy parecidos al mismo tiempo. Él era demasiado cerrado con sus sentimientos, así que ella era la que sacaba ese lado de Draco y eso le hacía sentir importante para él. Draco era completamente honesto, le decía las cosas tal cual las pensaba, y no dudaba en decirle a Atenea si algo estaba saliendo mal. No era una persona "cursi" y no le gustaba hablar de amor, pero cuando le decía "Te amo" a Atenea, ella se sentía la persona más especial del mundo. Estar con Draco era como estar viva, sin duda tenía sus altibajos, pero eso era lo que lo hacía adictivo.

Esa confusión había estado siempre dentro de ella. Y aunque pensaba que tenía la respuesta, algo del otro la hacía dudar, y siempre era lo mismo.

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FIX MEWhere stories live. Discover now