Capitulo 39

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Draco's POV

Llegué a la habitación de Atenea. Pensé que estaría sentada en la cama o en su escritorio, pero no estaba. Salí de la habitación, y luego de la sala común para buscarla en los pasillos, en los salones que estaban abiertos, en la torre de astronomía y en todos los lugares que pude, pero no la encontré; pero seguí buscándola.
Fue hasta que un prefecto, cuyo nombre es más que irrelevante, se acercó a mi y me detuvo. 

—Ey, tú. ¿Qué haces caminando por los pasillos a estas horas?

—No te incumbe, Williams— dije serio y continué caminando.

—Más respeto, Malfoy. Dime qué es lo que estás tramando esta vez o hablaré con Dumbledore...— dijo detrás de mi.

—¡Ya te dije que no es tu problema!— me giré y le lancé un encantamiento —¡Desmaius!—

El tipo cayó al suelo en seguida. Estuve a punto de irme, pero no podía dejar rastro de nada. Lo levanté con ayuda de otro hechizo, y lo recosté en una banca. Apunté al tipo con mi varita y gesticulé "Obliviate". Así no se acordaría de nada y seguro al despertar pensaría que se había quedado dormido.

Seguí caminando, buscándola y con la frustración de no poder gritar su nombre porque nadie podía saber que estábamos fuera de nuestra sala.
Caminé por unos minutos más hasta que se me ocurrió regresar a su habitación.

Entré y no había nadie, pero del baño provenía un sonido. Era agua cayendo. ¿Acaso estaba bañándose? No tenía sentido.

Sospechoso me acerqué a la puerta del baño. A unos pasos de esta, antes de llegar a la manija, miré al suelo. Había un charco enorme de agua saliendo por debajo de la puerta. Corrí hacia esta e intenté abrirla, pero tenía seguro.

—¡Atenea, sé que estás adentro! ¡Ábreme por favor!— grité con mucha angustia.

Apunté al cerrojo con mi varita y pronuncié 'Alohomora', pero no funcionó. Pensé en otra manera de abrir la puerta. Apunté nuevamente a la puerta y pronuncié 'Bombarda'. La puerta explotó y entré corriendo.

Ahí estaba ella, en la bañera, vestida. Su cara y su cuerpo estaban sumergidos en el agua mientras el agua caía del grifo. Corrí hacia ella y la saqué del agua. Se estaba aguantando la respiración, pero en cuanto la saqué, continuó llorando. Y digo "continuó" porque se veía que llevaba horas llorando.

La acaricié por la espalda con una mano mientras con la otra cerré la llave rápidamente.

—Atenea... amor...— traté de tranquilizarla pero era imposible.

En ese momento, sabía que tenía que hacer algo. Ella siempre había estado ahí para mi, incluso en mis peores momentos; pero para mi, era difícil. Claro que quería ayudarla pero no sabía cómo, hasta que impulsivamente pensé en algo.

Me metí a la bañera con ella, no me importó la ropa o los zapatos, lo único que me importaba era ella. Me senté frente a ella, y luego me acerqué poco a poco hasta poder abrazarla. Ella se recargó en mi pecho y continuó llorando mientras yo la pegaba a mi y depositaba besos en su cabeza.

Estaba más tranquilo porque Atenea estaba bien, o mejor dicho, porque no había cometido alguna atrocidad. Pero me ponía muy mal verla de esa manera. Verla llorar a era igual de horrible que ver a mi madre llorar, me destrozaba por completo.

La pegué aún más a mi y ella se dio la vuelta dentro de la bañera para poder acostarse en mi. Se recostó de lado y puso una de sus manos en mi pecho mientras la otra se aferraba a mi. Pasé una de mis manos por su cintura abrazándola, mientras con la otra acariciaba su cabeza para tranquilizarla.

—Shh shh...— la arrullaba —...no pasa nada...—

—Ya no quiero, es demasiado— decía mientras lloraba —Ya no quiero estar más aquí—

Escucharla decir eso partió mi corazón. Una lágrima escurrió por mis mejillas y un nudo causaba un ardor terrible en mi garganta.

—No, no digas eso.

—Ya no quiero...— continuó llorando.

—¿Ya no quieres? ¿Ya no quieres qué exactamente? ¿Ya no quieres que contemplemos el anochecer en la torre de astronomía? ¿O ir a partidos de quidditch en donde tú disfrutas del juego y yo disfruto de verte sonreír? ¿Ya no quieres pasar el atardecer en el lago mientras leemos algo juntos? ¿O correr por los pasillos porque le hemos hecho una broma a Crabbe? ¿Ya no quieres qué, Atenea?— dije con un nudo enorme en la garganta y a punto de soltarme a llorar.

Ella no contestó.

—¿Sabes qué es lo que yo ya no quiero? Ya no quiero que estés mal. Porque sé que lo has estado desde hace un largo tiempo, pero jamás vas a decirme que estás mal porque no quieres que los demás se preocupen por ti. Quieres que todos piensen que eres muy fuerte. Y todos lo creen. Pero yo sé cuán rota estás por dentro. Déjame ayudarte. Déjame ayudarte así como tú me has ayudado. ¿Recuerdas el otro día en la torre de astronomía? Sin ti, yo ni siquiera estaría aquí.— esta vez comencé a llorar.

Seguía sin decir nada.

—Amor, sé que no te llamo así seguido, siempre te he llamado por tu nombre... Atenea... Diosa de la guerra y la sabiduría... Eres la mujer más fuerte, inteligente y valiente que he conocido, tienes que seguir luchando mi amor, rendirte jamás ha sido una opción para ti, tu nombre no es una casualidad. Sé también que no te digo seguido lo mucho que te amo. Y es que, ¡mierda, yo te amo más que a nadie en este mundo! Tú has sido mi única luz en este momento de oscuridad. Te necesito conmigo. Tú eres todo lo que necesito. Y yo... yo no sé qué haría sin ti— la abracé fuerte mientras ambos llorábamos.

—Perdón— dijo ella apenas audible.

—¿Perdón por qué?

—Por todo esto...

—No, no te preocupes...— la abracé y deposité un beso en su frente —Pero estamos juntos en esto... Somos tú y yo contra el mundo, ¿lo olvidas? No importa lo que tengamos que enfrentar, mientras estemos juntos y nos tengamos el uno al otro nada podrá dañarnos. Y prometo que yo te protegeré por el resto de mi vida, ¿si? Te amo, Atenea, te amo más de lo que te puedas imaginar. Eso tampoco puedes olvidarlo.

Me abrazó muy fuerte y continuó llorando en mi pecho, aunque ya estaba mucho más tranquila que antes.
Así nos quedamos por varios minutos... o tal vez una hora, no lo sabía.

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FIX MEWhere stories live. Discover now