Capitulo 28

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Pasaron un par de días desde el incidente. Atenea estaba mucho mejor, y los demás volvieron a sus tareas. Sin embargo, hubieron un par de cosas que cambiaron desde ese día.

Primero, Atenea había estado viendo extrañas luminiscencias de color azul en los lugares más extraños posibles, casi siempre acompañadas de ruidos extraños que se parecían al sonido de una corriente de aire o metales raspándose entre sí.

Otra cosa que Atenea notó, fue que Regulus ahora era demasiado protector con ella. Él iba a donde ella fuera, y nunca la abandonaba. Sabía que si iba a llevar a cabo su plan, tendría que buscar una manera de deshacerse de él primero.

Su plan inicial era continuar con su investigación cuando Regulus estuviera en entrenamiento de Quidditch; sin embargo, no contó con que él estaba dispuesto a no ir a sus entrenamientos para cuidar a su amiga.
Fue unos días después, durante un juego al que no pudo faltar, que aprovechó para llevar a cabo su plan.

Con cuidado de que nadie la viera, salió de las gradas y fue directo al castillo. Llegó a la oficina de Atticus y abrió lentamente. Miró los pasillos vacíos, y entró sin darse cuenta de que no era la única persona ahí dentro.

—Atenea Gaunt... ¿De quién te escondes?— preguntó Atticus haciendo saltar a Atenea del susto.

—Debería estar escondiéndome de ti en realidad—

—¿Y qué haces aquí entonces?—

—Necesito respuestas—

Atticus la miró con una sonrisa que Atenea conocía a la perfección, se dió la vuelta y dijo —Por favor— para que Atenea se sentara, pero ella se negó.

—¿Y bien?— preguntó Atticus

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—¿Y bien?— preguntó Atticus.

—¿Cómo lo hiciste?—

—Sabía que vendrías por eso—

—Ni siquiera lo niegas—

—No soy tan cínico, ¿o si?—

—Te sorprendería— dijo Atenea seria y él soltó una risa —¿Vas a decirme o me voy de una vez?—

—Yo no te estoy obligando a estar aquí. Tú estás aquí por gusto así que por favor, vete. Ya me estoy arriesgando bastante teniendo a una alumna en mi oficina—

—Bueno, te arriesgaste más tratando de deshacerte de esa alumna—

—Si, pero tú no vas a hablar—

—Está bien. No lo haré, pero responde mis preguntas—

—Es lo mínimo que puedo hacer por ti— dijo con su sonrisa cínica y arrogante —Pero creo que no quieres empezar por ahí—

—Entonces habla... ¿Por qué lo hiciste? —

—Bien. Eso es más sencillo de responder. Te necesitaba, para un sacrificio. No funcionó— dijo Atticus con soberbia.

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