Capitulo 50

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Sábado

Me desperté un poco antes de que amaneciera. Draco me había abrazado y no me había soltado en toda la noche. Lo miré y un mar de tristeza inundó mi corazón. Puse mi mano en su mejilla y, con cuidado de no despertarlo, la acaricié. Una lágrima resbaló por mi mejilla, y luego otra, y otra, y otra. No quería irme. No quería dejarlos. Pero todo lo que estaba por suceder me aterrorizaba tanto como irme del lugar en el que había crecido.

Me levanté de la cama sin hacer demasiado ruido. Todos estaban dormidos aún, así que me fui a mi habitación a bañarme y a guardar en mi baúl las pocas cosas que quedaban fuera.

Eran aproximadamente las ocho de la mañana. Ya estaba todo dentro de la bolsa, incluso mi baúl, el cual metí con ayuda de hechizos anti gravedad, pues estaba muy pesado.

Miré mi habitación unas cuantas veces más. Las paredes de piedra. El suelo de una madera oscura. Las ventanas. Sabía que iba a extrañar absolutamente todo de esa habitación. Recordé cuando la vi por primera vez. Recuerdo haber sentido miedo porque era muy oscura y fría. Recuerdo que Draco y Pansy se quedaron a dormir conmigo para que no tuviera miedo, y me dijeron que llenara la habitación de cosas que me gustaran, y así lo hice. Esa habitación había sido mi espacio por tanto tiempo, y aunque el desapego material puede sonar fácil, no lo es cuando dejas tantas emociones en ese lugar.

Miré la cama vacía. Estaba tendida con las sábanas de la escuela, pero ya no era lo mismo. Otro recuerdo entró a mi cabeza. Draco, Pansy y yo, en primer año, jugando a las escondidas. Dobby nos traía comida de la cocina y le pedíamos que jugara. Jugaba con nosotros hasta que Lucius lo llamaba.
Draco le tenía mucho aprecio a Dobby y viceversa. Incluso, después de que Harry lo liberó, Dobby visitaba a Draco a escondidas de sus padres, o a veces lo visitaba en la escuela; aunque ahora las visitas habían disminuido bastante.

Mientras miraba por la ventana escuché pasos detrás de mi. Claro que sabía quien era, reconocía sus pasos fácilmente.
Me abrazó por detrás pasando sus brazos por mi cintura y me pegó a él para poder recargar su cabeza en mi hombro.

—No tienes idea lo mucho que pedí porque esto fuera sólo un sueño. Un pésimo y horrible sueño.

Me giré y lo abracé.

—No quiero irme. No quiero dejarte— comencé a llorar.

—Lo sé, lo entiendo. Yo más que nadie quisiera que te quedaras, pero Ate... hablé con mis padres... dicen que las cosas están empeorando rápidamente. Muchas familias están escapando porque saben lo que viene. Y aunque me duela mucho dejarte ir, prefiero que estés a salvo. Así al menos sé que estarás bien y con tu familia— dijo Draco con un claro nudo en la garganta.

—¿Y tú? No puedes quedarte aquí entonces. Ven conmigo. Por favor, no me dejes ir.

—No puedo. No puedo. Si Voldemort se entera de que me fui, matará a mis padres. Tú y ellos son lo único que tengo. Y quedarme es la única manera en la que puedo mantenerlos a salvo. Lo siento.

Lloré en su pecho un rato mientras él acariciaba mi cabello y se limpiaba las lágrimas a escondidas.

De repente alguien más entró a la habitación. Era Theodore.

—Hola— saludó triste y yo hice lo mismo. Deposité un beso en los labios de Draco y luego fui hacia Theodore para abrazarlo mientras lloraba —¿De verdad tienes que irte?— preguntó con lágrimas en los ojos y yo asentí.

Minutos después bajamos a desayunar rápidamente antes de irnos a Hogsmeade. Me aseguré de llevar todo en la bolsa, y antes de irnos, me aseguré de recorrer casi todos los pasillos y tomar todas las fotos que podía para nunca olvidar este lugar. Estaba segura de que iba a extrañar incluso a Peeves.

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