Capitulo 28

5.5K 364 17
                                    

Una tarde, Draco y yo nos habíamos quedado en mi habitación a leer, como lo hacíamos seguido últimamente para distraernos de las clases y de todo lo demás. Cuando volteé a verlo, se había quedado dormido.

El día anterior había formulado un plan. Sabía que Draco y yo no podríamos cumplir con la misión de Voldemort por nosotros mismos, y necesitaba ayuda. No podía contarle a cualquier persona acerca de esto. No quería involucrar a mis amigos, así que pensé en hablar con Dumbledore. Pero si lo hacía, sabía que Draco se molestaría, así que ese era el momento perfecto para ir a hablar con él.

Me levanté lentamente de la cama, y sin hacer ruido, salí de mi habitación y me dirigí lo más rápido que pude a la oficina de Dumbledore. Por suerte lo encontré en el pasillo a punto de llegar a la oficina.

—¡Profesor Dumbledore! ¿Puedo hablar con usted?— pregunté con un poco de inseguridad sobre lo que estaba a punto de hacer.

—Señorita Gaunt, claro que si. Dígame, ¿a qué debo el placer?— dijo con su voz tan pacifica como siempre.

—Profesor, es algo... es algo que no podemos hablar aquí... ¿Podemos esperar hasta llegar a su oficina?— En cuanto pregunté esto, la expresión de Dumbledore cambió por completo.  Asintió, y caminamos hasta llegar. En cuanto llegamos, se sentó en su escritorio y yo me senté en la silla que estaba frente a él.

—Entonces... ¿señorita Gaunt?

—Profesor... Necesitamos ayuda.

—¿Necesitamos? ¿Quienes?

—Draco Malfoy y yo, profesor— Dumbledore entre cerró sus ojos y me miró sospechoso.

—¿Y para qué necesitarían mi ayuda, señorita Gaunt?— preguntó sospechoso.

Suspiré y pensé demasiado si debía decirle, pero algo me decía que esta era la mejor opción.

—Profesor... Supongo que está enterado de los problemas que está pasando la familia Malfoy...

—Por supuesto.

—Bueno...— respiré profundo —No sé cómo decir esto profesor...—

—Adelante— dijo poniendo las manos en su barbilla y recargándose sobre la mesa mientras me miraba fijamente. Respiré profundamente, y hablé.

—Profesor, Draco se encuentra muy mal. El señor tene...— suspiré—...Voldemort, le ha dado una misión casi imposible a Draco y si no la cumple...— iba a continuar pero me interrumpió.

—¿Y usted sabe cuál es esa misión?— preguntó.

—No, profesor...— mentí, pero estaba segura de que él ya lo sabía. 

Dumbledore se recargó en su asiento y yo lo miré confundida.

—No se preocupe, señorita Gaunt. Usted no ha revelado nada que no supiera ya— se quedó pensando y yo no sabía qué decir —¿Cómo está el señor Malfoy?—

—Mal. Muy mal, profesor— hice una mueca —El otro día...—dije mirando hacia abajo— El otro día lo encontré en la torre de astronomía... y él... él pensaba en... está aterrado... —dije con un nudo en la garganta—

El profesor Dumbledore me miraba con seriedad a través de sus lentes. Ahora si se veía preocupado. Estuvo callado por un par de minutos pensando en algo, formulando un plan posiblemente.

—Muy bien... Le tengo una misión a usted señorita Gaunt— dijo y yo asentí —Ya que usted es demasiado cercana al señor Malfoy, usted deberá ser la distracción—

—¿Qué?— pregunté confundida.

—Como lo escuchó. Estoy enterado de los movimientos de Voldemort, y conozco sus fines. Necesito que usted distraiga al señor Malfoy. Lo va a ayudar a buscar maneras para matarme, pero deberán ser inútiles. Tengo el plan perfecto.

—¡Pero, profesor, si no tiene éxito, Voldemort va a ir en contra de él y su familia!— dije desesperada.

—Comprendo su desesperación, señorita Gaunt. Pero Draco Malfoy no será quien me mate. No se preocupe por su seguridad, los tendré bajo mi cuidado, así como el profesor Snape— dijo Dumbledore seguro.

Dudé un poco acerca de la palabra de Dumbledore, pero verdaderamente era nuestra mejor opción.

—Entonces, ¿qué debo de hacer profesor?—

—Escucha con atención. Usted deberá de buscar maneras creíbles pero insuficientes para acabar con mi vida, pero tiene que ser algo creíble, el señor Malfoy no deberá saber acerca de esto, ni que platicamos. No se preocupe por mi, yo tengo la protección necesaria, por ahora preocúpense por ustedes.

—Pero, profesor... ¿de donde sacaré ideas para... eso?— pregunté confundida.

—En Borgin y Burkes pueden encontrar muchos objetos que podrían ayudarlos a "completar" la misión del señor Malfoy. El collar de Ópalo podría funcionar bien. Puede equivocar los frascos de pociones y veneno. Una maldición falsa o productos con maldiciones erróneas. Hay muchas maneras, señorita Gaunt.

—¿Y qué pasará después?— pregunté confundida.

—Después, seguiremos con el plan principal, pero eso no debe ser razón de sus preocupaciones. Usted deberá de concentrarse en ayudar al joven Malfoy. Él la necesita.

El profesor Dumbledore me dio unos consejos, pero aunque yo trataba de averiguar qué pasaría después de cumplir con el asesinato fallido, él evadía la respuesta o me decía que no era nada de lo que debía preocuparme.

No sabía que hacer. El profesor Dumbledore no me estaba contando todo, y era evidente; pero había servido más de ayuda que cualquier otra persona. Tenía que analizar las cosas y pensar.

Me dirigí a mi habitación para asegurarme de que Draco seguía dormido, o para ver cómo estaba.

En el pasillo, antes de llegar a la habitación, me encontré a Pansy, quien había estado actuando extraño. Un poco diferente a las otras veces. Podía notarlo en su mirada, su voz y su lenguaje corporal, que no estaba cómoda en ese momento y quería zafarse de nuestra conversación lo más pronto posible. Así que, para que no se incomodara más, le dije que tenía que terminar una tarea, y ella accedió rápidamente.

Al llegar a mi habitación vi que Draco ya no estaba en la cama. Estaba en la silla mirando a la puerta, y ahora, mirándome a mi.
Me miraba sospechoso, tal como un policía a un delincuente.

—Creí que estabas dormido— dije ocultando mis nervios.

—No, Atenea, no lo estoy— dijo mirándome muy sospechoso.

—Créeme, eso lo sé— fingí estar calmada.

—Atenea, ¿a dónde fuiste?— dijo levantándose de la silla y caminando hacia mi.

—Con Pansy.

—¿Si? ¡Qué casualidad! Justo acaba de tocar la puerta y preguntar por ti, porque no te había visto en todo el día.

—Bueno, está bien... fui con Hermione, ¿si?— me dirigí a mi cama dejando atrás a Draco.

—¿Y para qué irías con esa sangre sucia?— dijo despectivo detrás de mi.

—No la llames así, Draco.— me acosté.

—Pero dime, ¿que hacías con ella y por qué lo escondes?—

—Nada, ¿si? Quería distraerme un poco y me la encontré en la biblioteca, y como ella sabe de libros le pedí que me recomendara un libro, y ella accedió— Draco me miró incrédulo —¿Acaso no me crees?— fingí molestia.

—Si te creo. Claro que lo hago. Pero fue extraño. Es extraño— Se acostó en la cama a mi lado boca abajo.

—Bueno, ¿si no vas a creerme entonces por qué me preguntas?

—Si te creo, Atenea... Pero no confío en los demás... Granger... no confío en ella... ni en Pansy, hay algo muy raro en ella que no logro descifrar. En realidad no sé en quien confiar.

—Ey— lo tomé de la cara y lo miré directamente a los ojos —Puedes confiar en mi, ¿si?— deposité un suave beso en sus labios. —Somos tú y yo contra todo—

—Tú y yo— susurró.

-

FIX MEWhere stories live. Discover now