Amelia es una escritora que ha perdido mucho. Carlos es un empresario que cree tenerlo todo, pero que puede perder lo más importante si no reacciona.
Cuando la escritora se cruce en su camino, tendrá que decidir si aceptar lo que ella tiene para en...
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Carlos
—Lex, hija. No eres una carga, es lo que menos quiero que pienses —explico—. Es solo que con todo lo que estás viviendo y la tienda, no quería...
—Tengo depresión, papá, pero no estoy invalidada de ninguna forma. Soy muy capaz de ayudarte con toda esta situación.
—Yo... —intento hablar, pero Lex continúa.
—Amelia tiene razón. Debemos mudarnos a un lugar más pequeño, voy a ayudarles a pagar la renta y todos los servicios. Subiré el precio de las prendas, haré alguna estrategia mejor para tener más dinero. Voy a ayudarte, papá. A la mierda la depresión. Voy. A. Ayudarte. ¿Cuánto debes?
—Quince mil dólares.
—Carajo... —susurra Lex, acariciando su sien—. Bien, voy a pensar en algo para pagar eso.
—Le voy a pedir dinero prestado a mis amigos para ello.
—Bien, eso nos da tiempo para pensar en qué hacer con TodoTech. Voy a... voy a meterme en esas páginas chinas que venden al mayor. Ya me pondré con eso —dice Lex y Amelia la detiene cuando está por irse a su habitación—. ¿Qué?
—Hay dos cosas importantes que hablar primero, ¿no crees? —le recuerda y yo frunzo el ceño.
—No es el... momento, Am.
—Pues ya me dicen de una vez, porque no estoy pintado en la pared —digo, cruzándome de brazos.
—Al diablo —masculla Lex y se acerca a mí, tomando la mano de William. Mi corazón se oprime en mi pecho, pero trato de mantener mi viso impasible para no infundirles miedo—. William y yo estamos juntos. Somos novios.
—Pues... se estaban tardando —digo, aunque me pesa la lengua o al menos así se siente. Lex suspira y Will se relaja, recuperando los tres tonos que había perdido cuando mi hija lo tomó de la mano—. ¿Qué es lo otro? No me digas que estás embarazada.
—¡No, por supuesto que no! Es Amelia la que tiene que darte la otra noticia —explica Lex, claramente avergonzada.
Miro a Amelia y siento que me tiemblan las rodillas. Sonrío con nerviosismo, señalando a mi novia.
—No estarás embarazada tú, ¿cierto? —pregunto y Lex estalla en carcajadas mientras el miedo me consume entero.
—Mi hijo se llama "Somos fugaces", es un libro y nace el diez de septiembre del 2023, Carlos. No seas ridículo —dice Am, riéndose de mí.
Suspiro de alivio y me doblo sobre mi estómago, apoyando las manos en mis rodillas. Respiro un par de veces y siento que mi corazón vuelve a bombear sangre con normalidad.
Espera...
—¿Qué? ¿Van a publicar tu libro en menos de dos meses? —pregunto y ella afirma, sonriendo. Me acerco y la alzo por la cintura, dándole una vuelta—. Mocosa, eso es... ¡grandioso! Estoy muy feliz por ti. Te amo.
