40. Fin del maratón navideño.

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Carlos

No puedo creer que Amelia me haya regalado una pista y unos carritos de Hot Wheels. ¡Joder, es que voy a subirle el sueldo a Sheila por esto! Mi niño interior está pegando brincos de la emoción ante semejante regalo.

—Ahora... es el turno de Sheila —la voz de mi novia me saca de mis pensamientos y la observo, sonriendo al entregarle el regalo a su mejor amiga—. No diré que espero que te guste, sé que te va a gustar.

El regalo es pequeño y está envuelto en un papel estampado alusivo a Harry Potter. La rubia lo rasga con emoción y abraza a Amelia, mientras chilla la palabra gracias de forma repetitiva.

Es un libro titulado "El Príncipe Cruel" e incluso mi hija mayor se emociona al verlo. Las tres hablan con mucha exaltación sobre el libro y escucho a Amelia decirle que tiene que prestárselo cuando lo termine de leer.

Luego sigue Alexa y Valeria. A mi hija mayor le ha regalado unas brochas de maquillaje, así como una paleta de sombras y un delineador. Jamás había visto a Lex tan emocionada y casi le brinca encima de la alegría.

Con Valeria, debo admitir que sí le ha ganado a mi regalo de cumpleaños. En cuanto abre el envoltorio, chilla tan fuerte que la perrita se esconde tras la espalda de Andrea y tiembla de miedo.

—¡Son unos patines! ¡Son unos patines! ¡Quiero ponérmelos! —exclama, quitándose los zapatos con premura.

No me niego, aunque pueda rayar el suelo, pues luce tan contenta que no me importa. «Y yo que le compré una muñeca que llora y se hace pupú. ¿En qué estaba pensando?» pienso, apretando los labios para no reírme.

Luego de cenar e insistirle a Valeria que se durmiera para que Santa coloque los regalos bajo el árbol, es hora de despertarla

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Luego de cenar e insistirle a Valeria que se durmiera para que Santa coloque los regalos bajo el árbol, es hora de despertarla. La verdad es que no quiero, porque estoy cansado, quiero acostarme en la cama con mi novia y en serio que nos costó mucho que mi hija menor cerrara los ojos.

Alexa es quien la busca en su habitación y la trae en brazos. De inmediato, se remueve entre sus brazos para bajarse y corre a buscar el regalo con su nombre.

—Santa también les trajo regalos a... —hablo, haciéndome el interesante y sonrío cuando quito la mirada de los regalos—: A Lex, Sheila y Amelia.

Las dos últimas mencionadas me miran con cierta incredulidad y se acercan al árbol a buscar sus regalos como las propias niñas.

Alexa se cubre la boca cuando abre su regalo que consiste en una Tablet Kindle, un Iphone 13 y un reloj inteligente de la misma marca.

—Créate la cuenta y agrega tres libros, yo los pago —le digo, guiñándole un ojo.

Ella se acerca y me abraza con fuerza, capturando la atención de Amelia. Sus ojos se llenan de lágrimas y modula un "te quiero" hacía mi dirección.

—Yo también te quiero —respondo de la misma forma.

Valeria se ríe con emoción al ver a la muñeca y yo siento cierto alivio al ver que le gusta. Amelia se emociona más que mi hija cuando ve su regalo: es un pack de libros de la saga "Acotar" y se levanta corriendo a abrazarme.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Where stories live. Discover now