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Carlos

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Carlos

Esta semana fue terrible, especialmente porque me sentí impotente al no saber cómo ayudar a Amelia. Me di cuenta de que le cuesta salir de esa nebulosa triste, pero en serio la escritura le ayuda a volver a pisar tierra y a seguir adelante.

La veo tecleando, sumergida en su laptop, y sonrío. Le dejo una taza de café y se detiene para sonreírme. Me gusta verle ese gesto en su cara.

—¿Cómo vas? —pregunto, sentándome junto a ella.

—Bien. La verdad es que me gusta mucho esta historia e imaginarme a James Hetfield me motiva bastante, no lo voy a negar —dice antes de darle un sorbo al café.

Frunzo los labios y ella se ríe, pues en serio parece gustarle el cantante de Metallica. No a un nivel romántico, sino físico.

—¿Él no podría ser como... tu abuelo? —pregunto y ella se ahoga con el café, riéndose.

—¡No en ese sentido, amor! A nivel de poder describirlo y esas cosas, darle forma a mi personaje —me explica y se limpia la boca con su brazo—. El único viejito sabroso que me gusta eres tú.

No soy un viejito sabroso, Amelia. Todavía me queda una década para llegar allí —mascullo y ella se ríe—. En fin, debo ir a TodoTech. Espero que las cosas estén mejorando.

—Seguro que sí —me anima, acariciando mi mejilla—. Nos vemos luego, entonces.

Afirmo y le doy un beso en la boca, llevando mi mano a su nuca.

—Te amo —le digo y ella parece derretirse en su lugar, sonriendo como una niña pequeña.

—Yo también te amo.

Me adentro en el carro y bufo al recordar que Amelia me llamó viejito sabroso. No ayuda el hecho que falta un mes para mi cumpleaños número treinta y cinco.

Nunca me he puesto a pensar en la diferencia de edad que Amelia y yo tenemos, pero tal vez me está dando la crisis prematura de los cuarenta y pienso en si ella seguirá amándome en quince años cuando empiece a quedarme calvo y barrigón.

Ella quiere hijos, su madre me lo dijo. ¿Y si llega el momento de esa charla y no lo deseo? ¿Cómo haremos? ¿Cómo lo resolveremos?

—No seas idiota, Carlos. Amelia apenas va a cumplir 23 años, ¿qué va a estar queriendo ser mamá ahora? —me digo en voz alta.

Al llegar a TodoTech, Susan me recibe de inmediato. Respiro hondo y le pido que me ponga al día.

—Los proveedores de Miami lo han estado llamando, pero les dije que usted se pondría en contacto con ellos en cuanto llegara a la oficina —me informa y yo aprieto mis labios, afirmando con la cabeza—. Me dijeron que estaba atrasado con unas cuantas facturas, señor.

—Sí, Susan. Estoy atrasado con algunos pagos porque no sé qué carajos pasa con el negocio y con las ventas —mascullo y ella se endereza en su lugar.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Where stories live. Discover now