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Carlos

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Carlos

Hay mucho silencio en la casa y eso me preocupa. Me levanto de la cama, refregando mis ojos y suspiro.

35 años, Carlos. ¿Quién iba a pensar que iba a llegar tan lejos? Siempre sentí que mi vida iba directo hacia el caos, pero hoy puedo decir que soy feliz de verdad. No por el dinero, sino por mi familia.

Voy al baño y una vez estoy espabilado y decente, salgo de la habitación. Cuando estoy por el final del pasillo, escucho cuchicheos y no puedo evitar reírme.

—Creo que ahí viene. Shh, Val. ¡Val, no te rías...! —Escucho murmurar a Lex y me atrevo a salir del pasillo—. Oh, ahí...

—¡Sorpresa! —gritan las tres, alzando las manos y yo no puedo evitar reírme.

Valeria grita y se acerca para abrazarme, por lo que me acuclillo para alzarla en brazos. Ella me da un beso en la mejilla y se ríe, haciéndome sonreír a mí también.

Lex y Amelia se unen, colocándose cada una a mis costados y me abrazan. Y, por un segundo, deseo que así sea el resto de mi día. Con mis tres mujeres abrazadas a mí.

—Muy bien. Desayunemos para darle los regalos a papá, ¿bien? —habla Amelia, acariciando el cabello de Val y mi niña afirma para bajarse de mí.

El desayuno consiste en panqueques y hay una gran variedad de comida para complementarlos, desde Nutella hasta crema batida, frutas, queso y tocineta. Luego de ello, procedo a vestirme y me reúno con ellas en la sala de nuevo.

—Vamos por orden de edad. ¿Qué le trajiste a papá, Val? —pregunta Amelia, colocando sus manos sobre los hombros de mi hija, mientras se acuclilla para estar a su altura.

—Espero que te guste —responde mi hija, entregándome una bolsa de regalo.

Abro la bolsa, encontrándome con una gorra azul marino. Me gustan bastante las gorras, así que aprecio mucho el...

Oh. Por. Dios. Creo que voy a llorar.

La gorra dice "Mejor papá del mundo" en letras blancas. ¿Lo soy? ¿Mis hijas me ven así?

—No vayas a llorar, por favor —pide Lex, ganándose un ligero empujón de parte de Amelia—, pero sí lo eres, papá.

—Bien, es tu turno, Lex —habla mi novia.

—Mm, es difícil saber qué darle a un hombre que lo tiene todo. Así que, por favor, acepta este regalo como muestra de agradecimiento por haberme apoyado durante todos estos meses con respecto a la universidad, mi depresión y la tienda de ropa —me dice, entregándome un sobre rectangular con papel de regalo—. Ábrelo con cuidado y acéptalo, que te conozco, ¿eh?

Lo rasgo con cuidado, como ella me dice, y la miro con la ceja alzada cuando veo que es dinero. Ella imita mi gesto, en una señal de que es un regalo sin devolución y continúa.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Kde žijí příběhy. Začni objevovat