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Carlos

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Carlos

Amelia se ve mucho mejor desde que retomó la terapia y eso me tiene muy contento. Hemos pasado meses increíbles, junto con Lex (quien está un poco menos esquiva conmigo) y con Valeria.

La verdad es que la mocosa se ha adueñado de nuestros corazones de forma muy descarada, aunque no se dé cuenta de ello. Sin embargo, creo que se acerca la parte más importante: conocer a los suegros.

Hace mucho que no hablo con mi padre y mi mamá no está viva, así que creo que será un desastre. También está el hecho de que pensé que no volvería a pasar por esto y ahora yo tengo una suegra que debo conocerla y a la cual debo agradarle. Sí, es una obligación, pues para Amelia su madre lo es todo.

La puerta de la oficina se abre de forma estrepitosa y contengo todo de mí para no brincar en mi puesto. Alexa tiene los brazos extendidos y una sonrisa en el rostro que hace tiempo no le veía.

Solo por eso no la regaño por entrar de esa forma.

—¡Ah! Vacaciones, divinas vacaciones —habla, dejándose caer en el asiento frente a mí—. Mitad del primer semestre superado y en verdad que necesito estos días libres de la universidad.

—¿Cómo van las materias? —pregunto, recargando los codos en la mesa y alzo una ceja.

—Bien para mí proceso de adaptación —responde y yo frunzo el ceño, pues eso quiere decir que no son muy buenas—, pero mejorarán. Lo prometo.

—Bueno —digo, no muy convencido—. ¿Qué quieres hacer en las vacaciones?

—No sé, ¿ir a la playa? ¿Quedarnos en una cabaña? ¿Lanzarnos en parapente? Lo que sea —habla, restándole importancia.

—Lanzarnos en parapente —medito, imaginando la cara de Amelia si le digo que nos acompañe—. Suena bien.

—¿Suena mejor que conocer a tu suegra? —se burla de mí y yo ruedo los ojos negando con la cabeza—. ¿Cuándo es?

—Mañana —respondo entre dientes y mi hija aplaude, riéndose como hace tiempo no la veía reír.

—Mañana —respondo entre dientes y mi hija aplaude, riéndose como hace tiempo no la veía reír

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Somos fugaces | Autoconclusiva.Where stories live. Discover now