3.

913 120 19
                                    

Amelia

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Amelia

En lo primero que pienso al abrir los ojos es en que ya no están. Luego, es como si abriera una caja de recuerdos que se pasean por mi mente. Como una película.

Me abrazo más a su chaqueta e inhalo su colonia masculina, el último bote que compró y que todavía no me acabo, pero que sé que compraré apenas eso suceda.

Me coloco los anillos y los observo en mis dedos, sintiendo un poco de culpa. Sé cuánto amaba hacer esos anillos, o al menos eso creo saber, y me duele que nunca le haya pedido hacerme unos. Nunca usé ninguno creado por ella, porque no era de usar accesorios.

No voy a negarlo, a veces me siento hipócrita llevándolos. ¿Acaso tenía que pasar esto para que los luciera con tanto orgullo? ¿Por qué? ¿Por qué no puedo salir de mi burbuja y dejar de ignorar los detalles que parecen insignificantes, pero no lo son?

A veces siento que por culpa de esa maldita burbuja inconsciente que mi cerebro ha creado, me perdí de tantas cosas, tantas señales, tantos momentos.

Al menos tendría un poco más de recuerdos en mi cabeza. Por lo menos podría decir que lo intenté, pero... ¿realmente lo hice?

La respuesta me duele.

Alzo la mirada del café, justo a tiempo para ver a mi mamá entrar. Me regala una sonrisa diminuta, porque hace un mes y medio que ya no le llega el gesto a la mirada, y me abraza con fuerza, repartiendo besos tronados en mi cabello.

-¿Cómo has estado? -me pregunta mientras tomamos asientos.

-Bien -me limito a responder. No quiero angustiarla más-. ¿Quieres un café?

-Un latte, sí -acepta y yo le digo a Marcos que me lo prepare y a los minutos lo sirve-. Bien, cuéntame, ¿cómo vas con la novela? ¿Conseguiste un agente?

-No y no, pero ya retomé la búsqueda -respondo en orden y ella afirma, conforme hasta los momentos-. Tengo un bloqueo, así que necesito distraerme un poco.

-Yo igual -admite, pero por la forma en la que se remueve en el taburete me hace entender que fue inconsciente-. ¿No quieres hablar de la historia?

-No, quiero olvidarme un poco de ella para no estresarme y tratar de desbloquearme -le explico y le doy un sorbo a mi capuchino-. ¿Cómo ha estado todo?

-Normal -responde y luego suspira-. Demasiado normal, la verdad. Es como... es como si lo que pasó, no cambió nada. Solo está... la ausencia, pero la vida no se detiene.

-No para nosotras -musito y ella me mira, afirmando con lentitud-. ¿Fuiste a las citas?

-Claro, ¿y tú? ¿Es buena tu psicóloga? -me pregunta y yo le doy otro sorbo a mi bebida caliente.

-Sí, lo es -respondo con honestidad, pero ignoro la primera pregunta así que desvío el tema-. ¿Y Anahí? ¿Cómo sigue?

-La recuerda mucho. Siempre me está contando algún recuerdo que tiene y se ríe a veces. No la he escuchado llorar de nuevo y sigue yendo a terapia también.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Where stories live. Discover now