36.

453 79 4
                                    

Aclaratoria: Me salté un capítulo, el 37, para poder darles la parte donde celebran la nochebuena

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aclaratoria: Me salté un capítulo, el 37, para poder darles la parte donde celebran la nochebuena. Así que luego lo subiré en el orden correspondiente y el maratón navideño se irá corriendo. No sé si me expliqué jajaja  Espero que sí. Un beso.

Carlos

Me paralizo al escucharla y mi corazón se comprime dentro de mi pecho. Amelia luce radiante a diario, sonriendo, bromeando, haciendo reír a los demás y la realidad es que está completamente rota por dentro.

Ella se desliza hasta el suelo y se abraza las rodillas, escondiendo su cabeza entre sus piernas. Los sollozos se sienten como puñetazos en el estómago para mí y termino arrodillado frente a ella.

No recuerdo cuándo fue la última vez que sentí un nudo en la garganta, pero es lo que siento en estos momentos al verla de esta forma. Amelia está soltando todo lo que se ha guardado para no preocupar o lastimar a los que la rodean y, tal vez, no era consciente antes de lo que realmente sentía.

«Quiere morirse» repito en mi cabeza, porque eso es lo que ha dado a entender. Amelia quiere morirse porque no soporta el dolor y la culpa. Una que no tiene y solo siente porque este tipo de situaciones nos hacen ver cosas donde no las hay.

Y, por primera vez en la vida, no sé qué hacer.

—¿Por qué no pensó en mí? —lloriquea y yo alzo el rostro, mirándola.

—¿Quién? ¿Tú hermana? —murmuro y ella niega con la cabeza.

—Mi papá. ¿Por qué no pensó en mí antes de...? —Un sollozo corta la oración y se abraza más a sí misma—. ¿Por qué no se quedó por mí? ¿Por qué nunca fui suficiente?

—Amelia, no puedes saber si tu papá pensó en ti o no antes de... acompañar a tu hermana —le recuerdo, acariciando su cabello—. Amor, mírame, por favor.

—Vete. Quiero estar sola —pide, enterrando más la cabeza entre sus piernas.

—No pienso dejarte sola luego de lo que acabas de decir y mucho menos en ese estado —aseguro.

—No... no voy a hacer nada. No puedo —murmura, mirándome por debajo de sus pestañas—. No puedo hacerle esto a mi mamá ni a Anahí. No soy tan valiente.

—No puedes hacerme esto a mí tampoco. Ni a Lex, ni a Val —le recuerdo y percibo como sus ojos se llenan de lágrimas—. Ellas te quieren... Yo te quiero, Amelia. Piensa en eso cada vez que cosas malas te pasen por la cabeza. No puedo, ni quiero perderte, ¿bien?

Llevo mi mano a su nuca y la acerco a mí, abrazándola. Ella se encoge en su puesto, pero recarga su cabeza de mi pecho y tiembla al llorar en silencio.

—Ellos te amaron y te siguen amando desde donde están. Y si ellos tomaron esa decisión no fue por tu culpa, Amelia. La depresión es una enfermedad que, una vez avanzada, hace que el cerebro deje de producir hormonas de la felicidad y empiezan a ver cosas negativas hasta en lo bueno y las cosas malas les afectan el triple. No es tu culpa, ni de tu mamá, ni de nadie —insisto, sin dejar de acariciar su cabello, aunque este se encuentre enredado y cada tanto se mezcle con mis dedos.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Where stories live. Discover now