[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Inspiré hondo cuando Jacob fue el primero en alzar la mano, abriéndose camino entre los demás y masticando rápidamente con la boca llena para poder darle una respuesta entendible a Graciela.
-¡Un vaso de chocolate con leche estaría perfecto!
-¿Chocolate con leche? -preguntó Alexander quien intentaba no devorar como un animal los muslos de pollo asado de su plato.- ¿A las cuatro de la madrugada?
Jacob, con salsa barbacoa deslizándose por las comisuras de su boca tragó lentamente mientras fulminaba con los ojos entrecerrados al que en su momento fue mi mejor amigo.
-¿Te parece extraño un vaso de chocolate con leche pero no el banquete que estás devorando pedazo imbécil?
Alexander tomó rapidamente de su vaso de agua para asegurarse de hablar bien.
Encabezando la mesa del comedor con los codos sobre la mesa y las manos unidas en frente de mi boca observaba en silencio a cada uno de ellos, intentando de vez en cuando no sonreír. Tomar un trago resultó ser algo escaso cuando escuché el rugido de los estómagos de todos. Tras despertar a los cocineros opté primeramente por un tentempié de frutos secos y pedazos de queso pero cuando vaciaron los platos en cuestión de segundos Graciela, toda una mujer maternal, decidió preparar la cena para todos.
No negaré que al principio esperé encontrarme con una simple ensalada y como mucho unos filetes de pollo y patatas fritas pero una vez que la comida comenzó a llegar fue algo imposible de detener. Pollo asado, patatas hervidas y fritas, filetes de ternera, ensalada rusa, asado de verduras, merluza cocida a la plancha, arroz al estilo japonés, fideos con albóndigas...
-¿Qué dijimos de insultarnos? -siseó por lo bajo Alexander a lo que Jacob, con las mangas de su toga negra arremangadas y los dedos llenos de salsa chupó su dedo pulgar antes de carraspear.
-No te insultaría si no estuvieras todo el tiempo a la defensiva.
-¿A la defensiva yo? ¿Alguna vez te atribuyes la culpa de algo?
-¿Culpa de algo yo? ¡Me ofendes! -graznó en tono dramático para después apresar otro muslo de pollo y llevárselo a su boca.
-No vuelvas a dirigirme la palabra. -gruñó Alexander antes de estrellar su mano contra las de Jacob, provocando así que el muslo de pollo cayera sobre el mantel rojo de la mesa.
Los ojos del miembro más cómico y dramático del grupo permanecieron sobre este un corto rato antes de mirar de soslayo al causante de aquel golpe.
-¿Qué dijimos de involucrar a la comida en nuestras discusiones? -preguntó para después rodear el cuello de Alexander con su brazo, ahogándolo con fuerza.
