[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
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Capítulo dedicado a @KeylaAguilar667
El dolor emocional no resultó nada fácil de sobrellevar.
El día anterior transcurrió en silencio. Un silencio funerario. Deimos no se despegó de mí ni siquiera a la hora de bañarme. Toda la tarde y toda la noche nos susurramos nuestros sentimientos y dolores. Toda la noche resistí el llorar ya que mi débil corazón no podía con el dolor de su mirada.
Reímos, nos mecimos al son de una imaginaria melodía y abrazamos nuestros corazones, los cuales lloraban desesperadamente. Agonizantes.
Al estar abrazados en mi cama tomé una sabia decisión la cual me costó que aceptara. No ganaría nada con él aquí, únicamente el seguir rogandome que cambie de opinión... Por lo que le ordené que regresara a Salem. Costó horas y lágrimas pero le convencí. Apenas podía con la idea de perderme esta noche y menos podría con la imagen de mis ojos sin vida.
Quería que me recordara como la desobediente de pésimo humor que era.
Al día siguiente pasé media mañana cavando en el campo de la parte trasera de la mansión. Lorcan quiso ayudarme pero le pedí el hacerlo sola. Quería ceder soledad a mis ojos, los cuales observarían el lugar donde me enterrarían esa noche. Me tomó bastante tiempo y bastantes quejidos pero lo logré. Cavé una tumba del largo y ancho de mi cuerpo. Arrojé la pala a un lado y observé la tierra a mi alrededor. Los demás seguían viendo esto como algo errático pero el sentimiento de estar haciendo lo correcto aún residía fijamente en mi mente. Estaría haciendo lo correcto no sólo por mi sino por Deimos y los habitantes de esta mansión. Por mi abuela, por Tracy, por Alexander, por Jacob y por Richard. Estaría haciendo lo correcto por todos.
Alcé entonces la mirada al cielo y sonreí cuando un rayo iluminó las oscuras nubes, las cuales auguraban una gran tormenta.
-Es lo que querías, ¿no? -susurré sin rabia alguna en mi voz.- Ya no seré amenaza alguna para tu planeta ni para tus humanos. -continué.- Volveré a casa. Volveré al infierno.
Mi pecho se hinchó con fuerza al inhalar oxígeno. Comencé a sentir todo en una intensa forma, disfrutando lo que podía de las tierras del alfa y omega.
Observé en silencio las grietas que habían sido ocasionadas hace meses durante la batalla con los seres sombra. Habían destruido por completo la belleza del campo y del pasto, dándole así un paisaje tétrico.
Me alejé bastante de la mansión quedando así al inicio del gran bosque cuyas hojas estaban secas por el invierno.
Con mis manos en mi espalda cerré los ojos cuando una suave brisa azotó mi cabello y mi largo camisón de seda. Al cabo de unos segundos su blancura comenzó a ser adornada con pequeñas gotas de lluvia. Al abrir los ojos esbocé una pequeña sonrisa al distinguir a Silas y a Hades entre los troncos de los árboles. Al llegar a mí descendieron su vuelo con delicadeza sobre mis hombros, quedando así Silas en el derecho y Hades en el izquierdo. Les observé con una tierna sonrisa cuando sacudieron sus pequeños cuerpos por la lluvia, la cual comenzaba a agarrar intensidad.
