78⛥The Fallen Angel

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Capítulo dedicado a josv25

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Capítulo dedicado a josv25





Hay infiernos terrenales que a veces pueden tener llamas más dañinas que las del submundo. 

Y me fue demostrado en cuanto cerré los ojos con la inocente idea de descansar. 

Mis pies descalzos subían las largas escaleras de una casa con innumerables goteras. Vestida aún con la toalla con la que salí después de ducharme me cercioré de amarrarla bien antes de continuar andando, mirando a mis espaldas y a mis lados en caso de ser atacada cosa que me esperaba a cada minuto que transcurría. 

Al llegar a la segunda planta de aquel solitario y triste lugar escuché unos débiles gemidos seguidos de un estruendo similar al de la madera rompiéndose. Proveniente de la habitación al fondo del lado derecho decidí dirigirme una vez acariciado el colgante de mi padre. Mis pies no hacían ruido pero la mujer desconocida que seguía gimiendo de un momento a otro se cercioró de subir el volumen a tal grado que incluso hablando no se hubiese percatado de mi presencia. Inspiré hondo y con ciertos nervios atravesé la puerta para vislumbrar las patas rotas de una cama de matrimonio. 

Unos pies asomados en el suelo del otro lado de esta me hicieron dar tres cortos pasos y mis ojos se abrieron horrorizados al ver a la dueña de los gemidos y al causante de ellos. Apoyando delicadamente mi mano sobre la pared, aún alejada de ellos, centré mi mirada en la joven desnuda de cabello oscuro con mechones rubios la cual tenía numerosas heridas en el cuello que parecían ser incluso mortales. Derramando sangre a los lados alzó un poco la cabeza para mirar al monstruo el cual arrodillado e inclinado entre sus piernas mordía estas al tiempo que las lamía. A milímetros de llegar a su intimidad ella quiso incorporarse y apoyarse sobre sus codos. 

-Para. Esto ya no es divertido. -logró tartamudear antes de escupir una cantidad sorprendente de sangre que manchó todo su estómago. 

Perdiendo fuerzas dejó su cabeza chocar con fuerza contra el suelo, perdiendo así poco a poco la consciencia. 

Una corta, profunda pero oscura risa abandonó la garganta del tipo vestido de negro y cuando alzó su rostro de su intimidad para pasar lentamente su lengua por su estómago me entraron arcadas. 

Lamió su sangre como si fuese el más grande manjar de manjares. 

A medida que subía más su lengua iba descubriendo su rostro y al quedar expuesto un mechón de pelo blanco un incontrolable jadeo abandonó mis labios. Llevé mi mano con fuerza a la boca cuando detuvo sus movimientos y aún sin alzar la cabeza sonrió muy pero que muy lentamente. Aquella escena parecía sacada de la novela más sádica y sangrienta pero lastimosamente yo era la lectora que había sido engañada por su inocente portada.

Respirando con fuerza sobre mi mano di un paso hacia atrás con la idea de marcharme pero justo entonces el ángel caído alzó la mirada en mi dirección con una perversa hambruna. 

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