[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
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Capítulo dedicado a @SanjaJokic0
El barro manchaba mis pantalones oscuros de pijama.
Mis dedos rozaban algunos árboles macabros cuyos troncos estaban formados de puras calaveras con gusanos negros saliendo de sus ojos. No sabía dónde me encontraba pero mi mano derecha estaba cerrada en un tenso puño, lista para usar mi magia en cualquier segundo.
Miraba con tranquilidad pero con astucia, sin pasarme por alto la desconocida criatura que corría de entre los árboles, desapareciendo en el momento en que posaba mis ojos sobre ella.
La razón de continuar caminando hacia el norte con la cabeza bien alta y postura de guerrera fue el recordar bien quién era.
Los lilim no tememos, a los lilim nos temen.
Mi cabello viajó hacia un lado cuando pasó por mis espaldas a una velocidad sorprendente. Me di la vuelta al instante pero no pude divisar nada a parte de lo grande que era, sácandome como mínimo dos cabezas. Mi corazón latía con fuerza pero me detuve con las piernas abiertas y la espalda bien erguida, mirando milímetro a milímetro a mi alrededor.
-Te pillé. -sonreí un poco cuando cinco árboles más adelante lo descubrí escondido tras uno, mirándome fijamente con uno de sus amarillos ojos el cual asomaba junto a la mitad de su cuerpo.
Agudicé la mirada y con cada detalle que descubría mi piel comenzó a tornarse de gallina.
Su cuerpo era una mezcla de escamas y pelo negro. Una clase de hombre lobo pero mil veces más terrorífico, de grandes manos con mortales garras y amplio morro el cual al entreabrirse por su profunda respiración mostraba cuatro afilados colmillos de donde estaba segura que salía veneno.
-Un drosravi. -susurré al ver dos lenguas rojas de serpiente salir de su boca, oliéndome desde la distancia.
Las escamas que rodeaban su rostro estaban manchadas con lo que deduje que sería sangre ya que en el camino me había encontrado con pequeños animales degollados.
Me sobresalté entonces cuando una bandada de cuervos sobrevolaron mi cabeza, dirigiéndose hacia el norte. Fue cuando, al bajar la mirada, di un paso hacia atrás al encontrármelo de frente y a menos de un metro de mí. Su pecho se movía bruscamente y densas nubes de humo abandonaban sus fosas nasales cada vez que exhalaba.
Comencé agachándome poco a poco, sin desviar mis ojos de los suyos. Lució confuso y ladeó la cabeza al verme coger una pequeña rama del suelo y antes de volver a ponerme en pie la agité en su dirección.
-Sé un buen perrito y tráemela de vuelta. -sonreí tras arrojarla lejos.
Él la siguió con la mirada y tomando una gran bocanada de aire arrugó el morro en una escalofriante mueca antes de fulminarme con una letal y destructiva mirada de pupilas verticales de serpiente.
