[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Algún día mis propias mentiras acabarían estallando en mi cara y hoy era uno de esos días. Su mirada siguió fija en mí incluso después de haberme sentado sobre el pasto. Me dejé hipnotizar por la sangre que seguía manando de sus encías, manchando su piel de porcelana de rojo intenso. Respiraba con dificultad, mirando de vez en cuando a su alrededor para verificar que las partículas de luz seguían lejos. Podía haber sido más rápida y haber negado rápidamente aquello de lo que se me acusaba.
Pero si él había escogido ser sincero conmigo entonces por ende yo debía de elegir la misma puerta.
-Tuve mis razones para mentir.
-¿Y las mías no valen, entonces?
Desvié la mirada a la vez que apretaba con fuerza mis labios.
Estaba completamente y absolutamente en lo cierto. Lo que antes creía que era una situación justa acabó por no serlo. Yo merecía estar tan encadenada como él, o mejor dicho, él merecía estar tan libre como yo. Pero mis pies se negaban a adentrarse en el agua y a realizar dicho acto. ¿La razón?
Su feroz mirada.
-Dime, Kimberly. ¿Cuáles son esas razones que te impidieron compartir conmigo el que la misma Lilith desee invadir y arrasar con el reino de Dios? ¿Cuáles razones podrían justificar el hecho de no haber acudido a mí en su momento para hacerme saber que la humanidad pendía de un fino y débil hilo?
Era algo incluso más profundo que eso.
-Pensé que me dejarías si te confesaba el plan de mi madre.
Sí, sabía que era el egoísmo en persona.
Bajé la mirada a mis helados dedos y los observé fijamente durante un buen rato.
Mis razones eran infantiles e incluso tristes, pero en su momento fueron muy lógicas para mí. Sentía su furtiva y escrutadora mirada sobre mí, quemando mi piel poco a poco. Al volver a mirarle me fijé en el vapor que comenzaba a abandonar su boca al respirar.
-La diferencia aquí es que yo sí creo en tus respuestas mientras que tú pareces dudar de las mías.
-¿Y me culpas? -respondí.
-Escogí amarte por encima de muchas cosas, ¿por qué no quieres comprender entonces mis razones?
-Las comprenderé, pero necesito tiempo. -admití encogiéndome de hombros.- ¿Cómo supo ese ángel los planes de mi madre? -pregunté entonces, frunciendo intensamente el ceño.
Sus ojos siguieron fijos en los míos por lo que no dudé de las palabras que abandonaron sus temblorosos labios.
-La luz y la oscuridad siempre serán rivales pero aún así en cada bando hay a veces infiltrados.
