[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Deimos, quien había decidido esperar a mi lado en el exterior del motel, me miró de soslayo.
Procedí a retirar con un poco de saliva las gotas de sangre en mis mejillas.
-No es eso lo que me preocupa.
Bufé y me apoyé en el todoterreno.
-No e matado a nadie, si te refieres a eso.
Mi vista se mantuvo en su mandíbula, la cual se tensaba y destensaba. Algo cruzaba su mente.
-¿Algo que deba saber?
Bajé la cabeza a la vez que escuchaba la voz de Lorcan manifestarse a lo lejos.
-Lo único que debes de saber es que sigo siendo yo. Sigo siendo Kimberly.
Cerré los ojos, pendiente a su respuesta.
-La cuestión no es si sigues siéndolo. La cuestión es hasta cuando.
La aparición de Lorcan no frenó los atroces pensamientos que me inundaron pero sí los apaciguó.
Lorcan nos tendió a cada uno la llave de nuestra habitación. Acaricié el metal de esta con mis dedos antes de seguir sus pasos. De reojo me percaté del conductor, quien inclinó el asiento del conductor para poder acomodarse bien.
Cruzamos la desierta gasolinera para después subir las escaleras de un blanco y pequeño edificio de tres plantas.
Nos detuvimos en el corredor de la segunda planta y Lorcan señaló las últimas tres puertas de madera agrietada.
-Descansaremos y mañana retomaremos las visitas. Correrá la voz así que las órdenes de mañana nos estarán esperando. -comentó con la llave introducida en la cerradura de su puerta.
Me mantuve en silencio.
Deimos compartió ciertas indicaciones con él sobre las órdenes de mañana. Finalmente Lorcan nos dejó y mis ojos chocaron con los del arcángel caído.
-Una orden agradable, ¿no crees? -opinó.
Me encogí de hombros.
-Quitando el hecho de que me la tienen jurada por la muerte del hijo de Daphne... Sí, encantadora.
-¿Andrew era su hijo?
Asentí.
-Pero no hay de qué preocuparse. Les satisface la idea de lo que me está ocurriendo ahora. Un cuerpo por otro.
-Eso no va a suceder.
-Eso no lo sabes. -repliqué.- Pero ya no tiene sentido para mi el discutirlo. Pasará lo que tenga que pasar pero al menos podré decir que lo intenté. -inspiré.- Al menos podré decir que intenté tomar el trono de mi propio cuerpo.
