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Capítulo dedicado a Astridpeque

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Capítulo dedicado a Astridpeque






Mientras el resto del mundo seguía su curso la rueda del tiempo para mí aceleró a sobremanera.

Almas esperaban en sus pesadillas a la primera lilim en caminar entre humanos y recibían el amanecer con alegría gracias a otra noche sobrevivida. Pero mi ausencia no era por voluntad propia sino porque estaba al borde de la posible muerte de mi cuerpo terrenal. 

Resultó increíblemente patético el no haber podido caminar hasta la mansión y cada vez que alguien intentaba alzarme en brazos mi vientre se contraía y recibía dolores peores que los mortales. La solución fue asentarme en el establo de los caballos y tras preparar un colchón, sábanas, botiquín de emergencias y cubos de agua procedieron a intentar salir victoriosos de la actual situación. 

-Necesito unas plantas específicas pero se encuentran en mi casa. -escuché hablar a mi abuela con la voz rota. 

-No tenemos tiempo. Salem está muy lejos. -contestó alterado Alexander.

-Llamaré a alguien.

Nadie cuestionó a Lorcan cuando abandonó el establo a toda velocidad y despojándome de la toga negra los varones me dieron la espalda para que las demás me ayudaran a vestir una camisa negra de manga larga y un pantalón del mismo color. El que mi cuerpo comenzara a sufrir de fuertes escalofríos y el resonar de mis dientes por la baja temperatura de mi sangre comenzó a preocupar a todos así que tras alzar la camisa para dejar al descubierto mi vientre volvieron a tumbarme. Podía abrir los ojos pero no más de un centímetro, tensando y destensando la mandíbula para evitar gritar de dolor mientras mi rostro y cuerpo entero seguían bañados en sudor.

-¡Sigue presionando! -ordenó Tracy a Jacob quien no dejaba de observarme con lágrimas en los ojos. 

Deseaba hablar pero mi lengua parecía haberse pegado a mi paladar. 

-Será mejor coser. -tartamudeó Idalia.

-¡No sabemos si a dañado a la bebé! -intercedió mi abuela. 

-Sácala de aquí, Alexander. -contestó por lo bajo y cuando él comenzó a arrstrarla hacia la salida lo último que escuché por su parte fue un sollozo. 

-Déjame a mí. Ya e cosido heridas antes.

Entre abrí los ojos cuando Graciela se arrodilló a mi lado y Jacob retiró la prenda de Tracy para arrojarla a un lado y permitirle a ella pasae numerosos paños por todo mi vientre para después lavarlos en los cubos de agua. 

Mi sangre negra les imopedía ver claramente la herida. 

Graciela pasó sus manos por todos los lados de mi vientre y amasó en un intento de recibir una señal del bebé. Todos se miraron entre sí y lágrimas resbalaron por mis ojos cuando percibí el miedo en sus miradas.

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