[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Tras varias llamadas también por parte de Lorcan al fin nos detuvimos en frente de una iglesia abandonada. Sus grandes ventanales estaban tapados con algo negro de modo que uno no pudiera apreciar luz o presencia alguna en su interior. En lo alto de esta me resultó divertido el sentido de la cruz, la cual se hallaba boca abajo. Cuando pisé el pasto floral una media sonrisa apareció en mi rostro. Los demás terminaron de bajar y tras cerrar las puertas el conductor apagó el motor, dejándonos así en un sepulcral silencio.
Deimos, quien aún me miraba desconfiado, alzó una ceja.
-¿Qué nos encontraremos aquí? ¿Monjas? -reí por lo bajo.
Antes de darle tiempo a responder se escuchó un horrible chirrido proveniente de las puertas de la iglesia.
Mi mandíbula cayó en cuanto mis ojos vislumbraron como, efectivamente, una mujer de media edad y con vestimenta de monja nos recibía con una sonrisa y un portavelas en la mano.
-Videncia desbloqueada. -comentó por lo bajo Deimos, sacándome inevitablemente una sonrisa.
Lorcan sin embargo, quien se colocó la capucha al mismo tiempo que él, continuó con semblante serio.
Y sabía perfectamente la razón de su decaído rostro.
La vela blanca del portavelas estaba a punto de consumirse pero eso no parecía importarle ya que eliminó el trecho que nos separaba, haciendo a un lado su capa de color marrón. Su corneta católica era de color negro a diferencia de su velo, el cual era blanco. De su cuello colgaba el símbolo que representaba su orden y alcé las cejas al observar sus blancos pies, los cuales estaban descalzos y sucios. Con apariencia religiosa, noble y profunda se detuvo en frente de mí para solicitar más tarde mi mano. Sus labios rojos y el maquillaje oscuro de sus ojos lograron sacarme otra sonrisa antes de tenderle mi mano. Su pintalabios quedó marcado en mi piel y cuando se enderezó procedió a hacer lo mismo con los demás.
Una monja con maquillaje en una iglesia con la cruz invertida. ¿Acaso era esto una cámara oculta?
-Bienvenidos a la orden de Crowley, primeros amos. Liliet os da la bienvenida.
¿Crowley?
Inclinó su cabeza en nuestra dirección y como siempre le cedí el control a mi lengua antes que a mi cerebro.
-¿Qué es?
Ella siguió mi mirada y con su mano libre alzó el plateado símbolo.
-Es el hexagrama unicursal, una adaptación del hexagrama clásico. -explicó, observando su irregular forma y con unas puntas más largas que otras.- Es el símbolo de Aleister Crowley.
