[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
A pesar de lo débil que me encontraba logré bajar las escaleras para después atravesar el gran agujero carente de puerta.
Con la mano derecha ejerciendo presión sobre mis dañadas costillas caminé un largo rato en la oscuridad. Escuchaba a lo lejos los gritos de los trillizos a quienes mis hermanos habían decidido torturar en vez de matar. Con mi respiración resonando como eco pasé mi antebrazo por mis ojos para eliminar las lágrimas.
Habían transcurrido bastantes cosas en tan poco tiempo y mi mente no podía aún asimilar muchas de ellas. ¿Quién a robado el anillo de Salomón? ¿Quién tendría la agilidad y el poder suficiente para burlar los sistemas de protección de Angelo? ¿Y qué hay de Galilea? Al principio creía que su visita se debía a su partida de este mundo pero, ¿cómo demonios había reflejado en sus ojos la mirada del arcángel Uriel? Y ni hablar de los escorpiones, ¿porqué diablos todos caían sin vida al intentar esparcir su veneno por mi estómago?
Preguntas y más preguntas pero sin una mísera respuesta.
-Tú misma puedes responder a tus preguntas.
-Vaya, cuánto tiempo. -susurré al escuchar la voz del general.
-Lo mismo digo, hija de Lilith. Por un momento aposté a que no veríamos otro amanecer más.
Medio sonreí al divisar una luz al final del túnel.
-Malas hierbas nunca mueren, ¿no? -contesté a lo que rió entre sus podridos dientes.
Pocas cosas quedaban humanas en mí y una de esas pocas cosas para mi desgracia era el sentir. Y no emocionalmente sino físicamente.
No era más que una desventaja.
A medida que me iba acercando a la salida me di cuenta de que aún no había llegado a la superficie sino a otra habitación. Bastantes sucesos estaban ocurriendo en frente de mis ojos pero lo primero que desarrolló mi mente fue el cómo no me había dado cuenta de este agujero la vez en la que visitamos la habitación de las reliquias de los Santos Amos.
Así es, la habitación llena de sellos sagrados y reliquias se encontraba ante mis ojos, con mis veinte hermanos alzados en el aire y los trillizos carentes de algunas extremidades desangrándose en el suelo. Volví a ponerme en alerta al caer en la cuenta del porqué mis hermanos estaban alzados y congelados en el aire, aún envueltos en llamas. Sólo uno había demostrado sobre estas mortales tierras tener el control sobre los lilim... Y en ese momento se encontraba en frente de mí.
Enfundado en una toga negra y con la capucha cubriendo la mitad de su rostro el líder de los Santos Amos mantenía su bastón a unos centímetros del suelo, impidiendo a mis hermanos el cumplir mi orden de sembrar tragedia por doquier. Los grises ojos de Angelo no manaban crueldad sino justicia. ¿Acaso creía ser el bueno en esta historia?
