[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Las llaves colgadas del techo chocaron entre sí al abrir la puerta del establo.
A diferencia de la última vez el lugar carecía de alma alguna pero los calderos seguían desprendiendo un agradable olor a incienso. Fruncí el ceño cuando, a un lado de los armarios de mi izquierda, divisé las capas verdes de la orden de Hécate en el suelo. Me acuclillé para acariciar la suave tela de estas y tras escoger una volví a levantarme. Con dos pares de ojos sobre mí alcé mi mano derecha para cerrar los ojos unos breves segundos, visualizando a la perfección la liberación de uno de mis hermanos. Aún con la mano en frente de mi rostro volví a abrir los ojos para observar con una media sonrisa el denso y oscuro humo abandonar las uñas de mis dedos.
La energía descendió hasta formar dos piernas y continuó dando paso a un pecho y a dos brazos de manos monstruosas. Al darle forma a la cabeza bajé la mano para después sentir las rojas llamas de los iris de mi hermano recorrerme de arriba a abajo. Su boca no existía hasta que la abría, acariciando sus afilados dientes con las tres puntas de su lengua.
-¿Qué está pasando? -le susurró Lorcan a Deimos, quien me miraba con ojos para nada agradables.
Mi hermano aún con el oscuro humo a su alrededor me miraba hipnotizado, esperando una orden. Las panteras se sentaron a mis pies, sin sentir temor alguno por el lilim manifestado en su forma original. Bajé la capa a sus morros y la olieron durante unos segundos antes de comenzar a mover sus colas con emoción, esperando una confirmación.
-¡¿Qué está pasando?! -susurró el tercero de los primeros amos, más alto de lo debido.
Mi hermano fijó unos instantes su mirada en él y entreabrió la boca para soltar un gruñido para nada agradable.
No le hizo falta ni incrementar su potencia ya que Lorcan se encogió en su lugar, llevando al instante su mano al brazo de Deimos.
-¡Por las barbas de Merlín! -graznó para mirar a su alrededor con desconfianza.
Cuando los ojos de mi hermano volvieron a retomar su atención en mí alcé la capa en su dirección. Bajo mi sorpresa rasgó un trozo de varios centímetros para después abrir la boca y tragarlo sin masticar. Movió los hombros en círculos al estar listo y las panteras adoptaron posición para echar a correr.
Entre abrí los labios y me fue inevitable el no sonreír cuando los tres gruñeron, nada contentos con aquella exasperante espera. Decidiendo no impacientarles más incliné mi cuerpo un poco hacia adelante, con mis ojos fijos en los de mi hermano.
-Explorare. -ordené.
Cerré los ojos cuando una gran ráfaga de viento se manifestó, alzando mi capa y arrastrando todo mi cabello a mi rostro.
