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Capítulo dedicado a anaca2273

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Capítulo dedicado a anaca2273










Se convirtió en mi debilidad a medida que avanzaba más la noche.

Angelo optó por abandonar su mansión y tras cerciorarme de colocar la capa sobre mis hombros de nuevo con el anillo en su interior procedí a seguirle sin cuestionar nada.

Caminamos un largo rato por el monte y en silencio observaba sus hombros moverse de manera sorprendentemente lujuriosa al caminar a pesar de estar apoyado sobre su bastón. Habiéndose puesto un sencillo abrigo de lana negra se detuvo tras varios minutos en frente de una pequeña montaña de trozos de madera con una curiosa planta sobresaliendo entre estos.

Mientras él sacaba un paquete de cerillas del bolsillo de su abrigo yo me acuclillé para acariciar las hojas de la planta.

-¿Salvia? -murmuré.

-Salvia. -afirmó cuando me puse en pie ya que así pudo arrojar las cerillas a la pequeña montaña la cual prendió asombrosamente rápido.- Éste es mi lugar de desconexión.

-¿Desconexión? ¿De qué?

-Del poder.

Apoyando ambas manos sobre la cabeza de águila de su bastón señaló la pequeña montaña en llamas con la cabeza.

-Observar el fuego desintegra las dudas, el miedo y las preocupaciones mientras que el olor de la salvia brinda equilibrio al ser. Es el único punto en estas tierras donde nacen estas plantas y por más que las queme estas siguen creciendo con la misma hermosura que portas esta noche. -murmuró observándome por encima de las llamas.

Colocada en frente de él, con la hoguera separándonos, medio sonreí ante su nada patético modo de coqueteo.

-¿El líder de los Santos Amos le teme a algo? -alcé una ceja.

Descendió la mirada a las llamas y se perdió en ellas unos largos segundos.

-Aquel que niega temer a algo teme a la misma sensación de no sentir temor.

Incluso al general le agradó su sabia manera de hablar.

-¿Cómo están tus heridas? -preguntó de la nada, sentándose en el suelo e indicándome con la cabeza que hiciera lo mismo pero cerca de él.

Me despojé de mis tacones y dejándolos a un lado me senté a menos de medio metro de aquel misterioso hombre lleno de inexcrutables placeres.

-Están a secas. -respondí.- No habéis sido muy delicados con las torturas.

-Te debo una disculpa. -suspiró con sus grises ojos inundados en danzantes llamas.- No poseía conocimiento alguno de lo que se estaba llevando a cabo a mis espaldas.

Le creía.

Podía sonar disparatado pero le creía.

-El robo del anillo de Salomón se llevó mi total atención. No podía dormir pensando en el caos que se desataría si alguien lo usara para su beneficio desconociendo el que ese anillo no brinda beneficio alguno. Jamás.

AMA© |TRILOGÍA AMOS 2|Où les histoires vivent. Découvrez maintenant