La complicada decisión

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  La vahir había recuperado su habitual monotonía, con los hombres labrando la tierra en preparación para el final del inyar, cortando madera, cazando en grupos o demás actividades que los mantenían ocupados; con los esclavos construyendo dos nuevas edificaciones, acompañados de un grupo de pocos guardias que los custodiaban y castigaban sus errores; con los soldados y nuevos reclutas entrenando hasta el límite, con las mujeres curtiendo las pieles que traían los cazadores, preparando la comida del medio día, cuidando a sus vástagos, etcétera.

  --Vuelvo enseguida. --Dijo Fira al darse la media vuelta.

  --¿Tan peligrosa soy? --Sonrió con extrema arrogancia, pero la repentina contracción en su vientre la hizo callar.

  --Cállate, humana. --Conminó Mujina, honrada por la petición dada, pero con el asco por tener que soportar a la dama de cabellos dorados sin brillo.

  --Solo decía --Acarició su vientre-- ¿Alguien trae una silla? --Observó a sus dos guardias personales.

  --Tal vez se me esté prohibido matarte, pero romperte una pierna no. --Se acercó, tan cerca que podía sentir su nerviosa respiración.

  --Orion se enfadaría. --Amenazó, levantando ambas cejas para mostrar superioridad.

  --No uses su nombre. --Liberó el total de su energía.

La dama retrocedió, tragando saliva e por puro instinto levantó ambas manos, convocando una poderosa ráfaga de aire que golpeó y mandó a volar a Mujina. Frunció el entrecejo, sufriendo de fuertes dolores en su vientre.

  --Voy a destrozar tu sucia cara de una vez por todas, maldita humana. --Dijo al levantarse, limpiando la tierra de su rostro.

  --Orion va a matarte si me haces daño. --Advirtió, sorprendida y aterrada por lo sucedido.

  --No lo hará. --Desenvainó, acercándose lentamente, con la ferocidad dibujada en su rostro.

  --Hagan algo malditos miserables --Observó a los guardias, quienes con astucia prefirieron ignorar la situación--. ¡Es tu señor! --Retrocedió otro paso, gimiendo por el dolor que no quería irse-- Y yo cargo...

  --¡Basta!

Ambas damas se detuvieron de forma abrupta, llevando su mirada a la derecha con expresiones totalmente opuestas para descubrir a la impertinente mujer, pero tan pronto como lo hicieron, la dama de cabellos dorados sin brillo perdió por completo la compostura al ver a la acompañante de Fira.

  --Capitana Mujina, conmigo. --Dijo, sin ocupar un verdadero tono de mandato.

Devolvió su espada a la funda, gruñendo con ferocidad para controlar su hervida sangre.

  --Será mejor que cuides tu lengua. --Dijo Mujina al retirarse.

Fira se giró hacia su acompañante, mirándola con una expresión calma.

  --Solo tiene que ordenarlo y nosotros actuaremos, pero si quiere hacerlo usted misma, estaré gustosa de prestarle mi espada. --Dijo con una sonrisa maliciosa.

  --Primero quiero hablar con ella. --Respondió con un tono bajo y sumiso.

Comenzó a caminar, concentrando su mirada en la sorprendida mujer con el abultado abrigo y con las mejillas coloradas a causa del frío.

  --Mucho tiempo sin verle --Su mirada se oscureció, tan tétrica y lúgubre como la apariencia de un amigo oscuro--, señorita Helda.

No respondió el psudocortés saludo, conocía la intención asesina, y la que expulsaba la mujer era la intención más intensa que había experimentado en su vida, aunque todavía por detrás de la vívida frente a Orion, quién la asfixiaba con su sola presencia.

El diario de un tirano Vol. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora