El valor de una vida

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Una moneda de oro no paga por las lágrimas de una viuda... no regresa al padre a casa, no le devuelve el hijo a la madre...

  - Fragmento extraído del poema "El soldado y la causa"

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  Hubo silencio, nadie se atrevió a hablar, no teniendo a ese hombre presente, que, aunque poseía la cara de un joven, su destreza en batalla y sed de sangre atemorizaba hasta al más valiente. La propia muerte parecía estar escondida en su sombra, cazando al pobre imbécil que se atreviera a retarlo a un duelo o causara su enojo.

  --Demandar mi presencia demostró valentía, pero quedarse callados lo demuestra incluso mejor. --Sonrió con frialdad.

Mujina alzó su espada de la vaina, dejando la mayor parte de la hoja aún dentro.

  --De la orden, Trela D'icaya y, con gusto los castigaré por ofenderle.

  --Aún no --Dijo, negando con la cabeza, pero sin voltear--, tengo cierta curiosidad sobre la petición que deseaban hacerme.

Kaly se mordió los labios, indecisa con sus propios pensamientos y sentimientos, por una parte deseaba mostrar su lealtad a su nuevo señor, mostrando una alternativa con fines sangrientos y, por la otra, deseaba ser el intermediario para evitar un desenlace violento, el cariño que le tenía a sus subordinados y a los que consideró camaradas por años no era algo que pudiera desaparecer con un chasquido de dedos.

  --¿Nadie? --Sus cejas se levantaron con una pseudo sorpresa.

  --Mi señor, si me permite. --En un susurro no muy bajo se deslizó al oído del alto joven, atrayendo para sí su mirada y atención.

  --Habla.

Kaly asintió, algo nerviosa por los hermosos ojos color jade con tonalidades variadas de muchos colores que resplandecían como los rayos del sol que la observaban, una hermosura mortal si ella debía ser franca, pues, el joven no ocultaba la frialdad y locura de la que podía ser protagonista.

  --¡Déjela libre! --Gritó alguien entre la multitud, tembloroso por el miedo o el frío, bueno, aquello describía a cualquiera de los vencidos, pero el osado hombre que se había atrevido a gritar no fue descubierto por los ojos vigilantes de las dos damas subordinadas a Orion, quienes como centinelas barrieron la zona en busca del sujeto.

  --¿Libre? --Sonrió Orion, una sonrisa compleja que caracterizaba con perfección su personalidad, lanzando su mirada a los presentes--. Porque tendría que dejarla libre si nunca fue mi cautiva.

Sus palabras aunque no muy altas lograron retumbar en los oídos de los trescientos hombres privados de su libertad, permitiéndoles disfrutar de una no muy buena aceptada confusión. La duda se apoderó de sus mentes, rememorando lo sucedido con gran esmero, recordando que en el momento que la comandante de caballería apareció acompañando al joven señor de Tanyer, lo hizo sin sus manos atadas, sin una expresión de haber sido vencida, o haber perdido a su general, ni siquiera estaba usando la ropa de debajo de la armadura, no, ella vestía un abrigo de cuero, cubierto en su interior de lana y un pantalón de piel aterciopelado. Ahora lo podían ver con claridad y, la decepción y furia no se hizo esperar en sus expresiones, algunos hasta lloraron al no soportar las fuertes fluctuaciones de sus sentimientos.

  --¿Quieres muerte, o salvación? --Preguntó repentinamente, una interrogante que creyó imposible que pudiera salir de la boca de ese joven.

  --Pediría piedad, mi señor, misericordia. --Bajó el rostro, desganada por el alto costo que entendía representaba su decisión.

  --Sabía que eran falsas sus pretensiones. --Escupió al suelo con asco.

Fira observó el acto de la dama guardiana, asintiendo al concordar con el sentimiento.

  --¡¿Muerte o salvación?! ¡Hice una pregunta! --Levantó la voz.

  --¡Piedad! --Gritó Kaly, un poco más resuelta con sus pensamientos.

La oscuridad fue apagada de sus ojos, volteando a ver a todos con una sonriente mirada.

  --Vida entonces --Dijo--, pero será ganada con sangre ¡Todos, escuchen mis palabras porque no volveré a repetirlas! Su ex comandante se sacrificó por ustedes, ha prometido servir bajo mi mando para permitirles vivir --Mujina, Fira y Kaly observaron de inmediato a su señor con la confusión pintada en sus rostros, pues no entendían tal cambio de situación. Los murmullos por parte de los vencidos no se hicieron esperar, mucho de ellos hasta pidieron perdón a los Dioses por haber pensado mal de su santa comandante, prometiéndose no volver a desconfiar de ella-- y, siento que un buen agradecimiento por parte de ustedes sería ser obedientes, porque actuar de forma revoltosa solo conducirá a sus muertes y, la de ella --La seriedad de sus palabras quedó clavada en sus corazones, con la advertencia de que cumpliría sin remordimientos tal declaración--. Sus vidas del día de hoy han sido aseguradas, pero sus comidas, vestimentas y techos donde dormir no. Si es que desean que eso cambie, pediré una retribución... De rodillas --Ordenó con la combinación de su habilidad [Grito de guerra]. La mayoría de los vencidos comenzó a colocarse en posición servil, doblegados y sin orgullo--. Yo no los obligué a atacarme, quiero que lo recuerden.

Con un movimiento agradable a la vista se dio media vuelta, con la promesa para los vencidos que no pasaría mucho tiempo antes de volver a verlo. Fira y Mujina lo siguieron de inmediato, solo Kaly se quedó momentáneamente quieta antes de imitar a sus nuevas compañeras.

  --Salvé la vida de estos trescientos hombres --Dijo al mirar a la ex comandante--, si tú lealtad es verdadera, demuéstrala, usa tu inteligencia para hacer que los doscientos más dentro de la fortaleza cumplan mis órdenes. Yo no tengo tiempo para estar con estos juegos.

  --Sí, mi señor. --Bajó la cabeza en reverencia.

  --Ve con ella, Fira, serás mis ojos en este asunto.

  --Sí, señor Orion. --Respondió, mientras miraba con gelidez a la ex comandante.

Orion asintió, antes de despedirse de las dos damas para adentrarse a su palacio. Su sonrisa fue inmediata al abrir por completo la pantalla de su interfaz, deslizando su dedo para llevarlo al panel recién desbloqueado: Avances.





El diario de un tirano Vol. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora