El señor de Tanyer (2)

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  Presionó hacia el frente, forzando a la sombra a retroceder, mientras tomaba una posición defensiva. El espectro encapuchado flotaba, dejando estelas negras debajo de su túnica hecha jirones, como cenizas de un material flamable. Las cadenas en sus muñecas tintineaban al chocar, creando un tétrico sonido.

Oscuridad, absoluta y cruel oscuridad era lo única que se dejaba ver en los alrededores y, ni con todo el esfuerzo de su parte Orion logró apreciar con detalle sus alrededores. El espectro se escondió en las tinieblas, apareciendo por momentos para despedazar al alto hombre, pero Orion no era menos rápido que la propia silueta oscura, logrando bloquear o evadir sus largas uñas negras.

Mujina sacó un poco de polvo de hierba finza molido, esparciéndolo en las feas heridas del moribundo hombre y, sin preguntar lo vendó con un par de telas blancas. El soldado jadeó, se mordió los labios, terminando por desmayarse al no aguantar el eterno sufrimiento. Ella estaba impaciente, quería prestar ayuda y, por momentos sus rápidos actos resultaron en malas consecuencias, atando erradamente uno de los trozos de tela, teniendo que repetir el proceso.

  --Me pareces familiar... --Dijo, tratando de encontrar similitud con alguna criatura del laberinto, no encontrando parecido en su repertorio mental de entes. Se sintió aturdido, la energía que desprendía le parecía tan conocida, tan íntima, pero al final fue lo mismo, no logrando encontrar su semejante.

El espectro se lanzó nuevamente, con sus uñas como puntas de flecha, mientras que Orion despejó sus dudas, recuperando su habitual calma. Movió su espada al frente, ocupando la hoja como escudo y logrando bloquear los impactos próximos, desviando el ataque enemigo hacia un lado y consiguiendo golpear con el pomo de su empuñadura el pecho ilusorio de la criatura, sintiendo como su esfuerzo no había servido de nada.

  --Mierda, ya me acordé.

Al instante retrocedió un par de pasos, sabía que conocía esa energía, pero la repuesta provenía en realidad de la peculiaridad de no poder asestar los golpes contundentes. Rápidamente abrió su interfaz, tocando la sección de sus habilidades y, desbloqueando con una mala cara la única que intuía podía darle el triunfo y, así mismo, gastando cincuenta puntos de prestigio.

  [Grito de guerra]

Activó una de sus habilidades, lanzando un poderoso y devastador grito, aturdiendo al espectro, quién parecía no entender lo que estaba pasando.

  [Corte solar]

Rápidamente activó su nueva adquisición, su postura fue hermosa, pero lo que ganó protagonismo fue la hoja anteriormente gris que resplandeció de un anaranjado-amarillento tan poderoso que le regresó por un momento la luz a los alrededores, balanceó solo una vez, liberando una estela luminosa y punzocortante que se acercó a una velocidad increíble al cuerpo desorientado de la criatura flotante. Pero el espectro no pertenecía a las leyendas por nada, creó un vórtice negro que apenas si se notó, donde se introdujo, desapareciendo con un grito siniestro y adolorido, pues una de sus extremidades había abandonado su cuerpo. Fue en ese momento en donde entendió el nombre de la criatura, su chillido agudo y tétrico congelarían a cualquiera, haciendo que hasta los más fuertes se mearan de miedo, "dak", era el sonido producido por su garganta al gritar, si es que tenía una.

  --Hazlo. --Asintió al ver la mirada de su subordinada, entendiendo su petición.

Mujina sonrió agradecida, soltó su espada, dejando salir su lado animal con un bestial rugido-grito, transformándose en poco menos de diez segundos en un híbrido de humano y bestia, solo que ahora su pelaje no quedó al descubierto, pues, su armadura negra se amoldó a su cuerpo robusto y grande.

El brillo de su espada se estaba extinguiendo poco a poco, haciendo que las tinieblas recuperaran los alrededores. Observó cada punto del bosque, en busca de la más ínfima pista de la criatura, que no parecía querer dar señal de existencia. Mujina se camufló con la naturaleza, haciendo que su presencia fuera casi imposible de detectar, moviéndose en círculos con lentitud para cazar a su presa.

El diario de un tirano Vol. IIWhere stories live. Discover now