El Adiós

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—Por favor, motas, continúa… —pidió Hux, sumergido profundamente en el disfrute que Rose le causaba con sus mimos en sus orejas gachas, con su cola deslizándose sobre su lomo arriba y abajo, con su pequeña zarpa acariciándolo en el flanco expuesto y acolchado para ella y su cabeza.

Desde que había despertado, más concretamente cuando Paige les dijo que saldría de la guarida a tomar aire, Hux había aprovechado el momento para hacerse el más herido de los presentes, logrando así que su pareja lo llenara de mimos, de lametazos tiernos que no hacían más que relajarlo y sacarle uno que otro sonoro ronroneo. Afortunadamente, Rose no parecía molesta por su jugada; al contrario, se le veía alegre por seguir cuidándolo aún a su dulce y cariñosa manera.

—¿Ya te sientes mejor, Huxie? —preguntó entre lametazos, entre suaves ronroneos calmantes y acogedores. El Lugarteniente luchó contra el agotamiento que buscaba consumirlo y dormirlo.

—Mucho mejor —respondió suspirando, sin abrir los ojos ni moverse —. Gracias, motas. Tu amor es mucho más efectivo que cualquier medicina física.

La hembra pegó la nariz en su frente, ronroneando y maullando su dicha, su encanto de tenerlo allí con ella al fin y no lejos, muy lejos, en el campo de batalla, herido y sucio, débil y solo contra el mal. Un par de lágrimas se escaparon sin querer de sus ojos marrones, mojando al macho que descansaba antes tranquilo y en silencio.

—¿Qué pasa, motas? ¿por qué lloras? —se preocupó de inmediato, levantando la cabeza de sus zarpas, viéndola de frente al rostro, a la mirada que delataba una rebosante melancolía.

Rose ya no lo veía, más concentrada en suelo debajo suyo, de sus garras apretadas, que en él. Hux la tomó del mentón con una zarpa, pidiéndole en silencio así que le prestara atención, que lo escuchara y a la vez respondiera su creciente duda, su creciente temor al saberla triste.

—¿Motas, tesoro? —la llamó, logrando al fin que lo viera a la cara, que chocara con sus ojos verdes brillantes y llenos de auténtica preocupación. Ella respingó, cerrando los ojos en un intento en vano por ocultar su obvia aflicción —Mi amor… por favor.

La guerrera no pudo más y se echó a llorar sobre el pecho de su pareja que hacía de todo por consolarla con su abrazo y lametazos dedicados. Jamás la había visto tan dolida, tan derrumbada por las emociones negativas que la aplastaban sin tregua a nada.

Se concentró exclusivamente en mimarla tal y como ella había hecho desde el principio de su tratamiento tras la guerra. Lamiendo sus mejillas, frente y orejas, acariciando suavemente su flanco un poco abultado con la punta de su rojiza cola y, por último, pero no menos importante, murmurándole lo mucho que la amaba, que la necesitaba y no quería que se preocupara más por cosas que ya habían quedado atrás.

—Se suponía que yo debía ser quien cuidara de ti, no tú de mí —maulló, embelesada por los cariños fervientes que recibía, que Hux no se cansaba de dedicarle con suma adoración, con suma devoción y amor.

—Lo importante es que estés bien, motas —ronroneó una vez más, cautivándola y provocando que lo imitara, que ronroneara sonoramente y se pegara más contra él en busca de su calor —. La guerra ha acabado y ya no hay de qué temer. Nada ni nadie podrá impedir que yo esté contigo, ¿sí? ¡nadie! —aseguró, meciéndola y apretándola tiernamente contra sí, contra su pelaje color fuego.

—Creo que ahora yo soy la exagerada, ¿cierto? —bromeó, recordando fugazmente como Hux se preocupaba demasiado de su bienestar en cuanto se enteró que estaba embarazada, esperando a los cachorros producto de su enorme amor —Perdón. Últimamente estoy muy sensible.

—Es normal, tesoro —la tranquilizó, viendo de reojo como la guarida se vaciaba de a poco más y más a su alrededor. Después de todo, muchos ya estaban comenzando a recuperarse, a querer salir y ver una vez más el sol que les ofrecía el día, las nubes que lo acompañaban y el cielo azul que les daba la bienvenida —. Aunque espero que por tu sensibilidad no termines mordiéndome, al menos no con tanta fuerza en lo que termino de sanarme.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now