El escape

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Estaba atado, solo, sin su Clan ni nadie que pudiera siquiera apiadarse de él por la situación en la que se encontraba. Poe alzó la cabeza otra vez, estudiando la cueva que era prácticamente su jaula. Los filosos zarcillos amarrados a sus zarpas no le permitían ni pararse y la poca luz que había no le ayudaba a distinguir si ya era de día.

Suspiró, agotado, sintiendo como una oleada de recuerdos lo golpeaba con fuerza. Había estado tan solo hacía un par de horas huyendo de su campamento en llamas, cuando fue a por BB-8 y se encontró con sus enemigos merodeando entre las ruinas y cenizas.

Recordaba sus rostros, sus pelajes lustrosos y algunos disparejos y sus cuerpos robustos. Sus ojos salvajes acompañando sus garras desenvainadas y sus largos colmillos al descubierto.

No importó que tanto hubiera corrido o que tantos troncos caídos saltó con tal de librarse de sus perseguidores, ellos al final lo capturaron, tomándole bruscamente de la nuca como si fuera un cachorro revoltoso. Lo arrastraron hasta allí y tenía una idea de para qué. El Clan Oscuro rara vez tomaban rehenes, a menos que tuvieran algo entre sus malvadas garras.

Unos pasos hacia él lo obligaron a nuevamente mirar hacia el frente. Era un guerrero, un Lugarteniente y, como tal, debía recibirlos con la cabeza en alto y los ojos reflejando auténtica calma, aunque eso no fuera lo que precisamente sintiera.

—¿Cómodo, cazador?

Poe no respondió. Conocía esa fría voz, esa misma que ordenó que lo capturaran. Tres siluetas aparecieron.

—Ren, qué tal —habló, casual. Quería que supieran que no temía, que pasara lo que pasara él se mantendría firme —. No mucho la verdad. Estos zarcillos, este lecho húmedo… Si así tratas a tus invitados, no me imagino cómo haz de tratar a tus veteranos.

La guerrera a su derecha, una gris y esbelta de helados ojos azules, no se inmutó con su osadía; pero el otro guerrero, uno más bajo y atigrado, lo miró con reproche a través de sus tímidos ojos amarillos.

—¿No estás cómodo? ¿Prefieres plumas de ganso en lugar de musgo para tu lecho? —siguió el juego, sin demostrar alguna emoción aparte de la seriedad. Poe asintió.

—Sí por favor —maulló divertido, olvidando por el momento que estaba secuestrado y débil —¡Ah! Y un ratón tampoco me vendría mal.

—Tienes suerte de que fueras el único idiota que encontramos en las sobras de tu Clan —gruñó, con un brillo fiero en sus orbes ambarinas. El Lugarteniente del Clan Luminoso tragó en seco —, porque, de lo contrario, ya habría acabado contigo.

—¿Así como hiciste con San Tekka? —le recriminó, entristecido y furioso.

Algo en la mirada de Kylo cambió y, sin mostrarse muy afectado, refutó con aparente tranquilidad.

—Yo no provoqué el incendio que arrasó con tu preciado Clan, Dameron.

—¿Y por qué te creería? Seguro usaste la Fuerza en el cielo y mandaste un rayo para que nos destruyera.

—Tú no sabes nada de la Fuerza. A las justas crees en ella.

—Creo en la maldad, Ren —zanjó, el pelaje de su lomo aún polvoriento se erizó —, y la reconozco cuando la veo.  

Un momento silencioso los envolvió, cada uno metido en sus tribulaciones. Los dos guerreros restantes se alejaron un poco.

—¿Qué te pasó, Ben? —usó su viejo nombre, ese que él odiaba y deseaba con el alma olvidar por completo —¿Dónde quedó el cachorro que quería ser un guerrero fuerte igual a su padre, o el aprendiz que admiraba la voluntad de su tío y la tenacidad de su madre?

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now