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Apenas se despertó, levantó y dejó a la dormida Rey bajo el fiel cuidado atento de Rose y Hux, Ben se apresuró en buscar a Phasma y Poe por todo el campamento para encargarles una misión especial que esperaba fervientemente le aceptaran sin rechistar.

Y es que, para ganar, para poder hacerles frente correctamente a Palpatine y sus cuantiosas sombras asesinas, necesitarían de toda la ayuda posible que pudieran encontrar. Incluso si los refuerzos en cuestión no pertenecían como tal al bosque, todos se verían afectados por la guerra si no cooperaban y unían fuerzas.

Tal vez su plan era arriesgado, tonto por creer que alguien lo ayudaría en una guerra que no era suya, pero era la única estrategia que les quedaba.

—Buenos días, cachorro mío.

Tenía tantas cosas en la cabeza, que no se percató en ni un momento que su madre se le acercaba hasta que ella lo saludó y lamió su mejilla con ternura. A juzgar por su mirada chocolate, algo la preocupaba. Y creía saber por qué, o, mejor dicho, por quién era.

—¿Has dormido bien, Ben? Luces cansado.

El joven Líder suspiró. Ciertamente Leia no se equivocaba, no había dormido para nada bien la noche anterior.

Desde el momento que Palpatine atacó en sueños a su pareja mientras esta dormía plácidamente a su lado ovillada y abrigada por su espesa cola negra, no se permitió pegar ojo durante el resto de la noche por temor a que volviera a pasarle algo similar o peor.

Solo descansaba cuando se metía en la mente de Rey para asegurarse de que ella estuviera bien en el interior. Después de eso, despertaba nuevamente y se mantenía vigilando los alrededores.

—Estoy bien, mamá —mintió a medias, guardándose lo demás para él mismo. Su madre ya tenía suficientes problemas con su Clan como para preocuparse por algo simple como sus inseguridades y temores —. Solo un poco cansado.

—¿Acaso te escapaste otra vez con Rey al Poblado Humano, cachorro?

—¿Qué? No, no, pasamos la noche aquí —Leia arqueó una ceja, haciéndole tragar en seco por su repentina seriedad —. Lo digo en serio, mamá.

—Yo también hablo en serio, Ben —le sostuvo la mirada, apoyando una zarpa sobre la suya suavemente. Él comprendió en ese gesto, que ella solo se preocupaba por él, como cualquier madre haría con su cachorro —. Ahora dime la verdad y responde, ¿qué pasó anoche para que te veas tan agotado?

Ben suspiró pesadamente y procedió a contarle exactamente qué había pasado anoche para que luciera así, tan muerto en vida. Leia abrió los ojos en demasía ante la mención de Palpatine en su explicación.

—¿Qué él hizo qué? —flexionó las garras, enfadada. No podía creer en lo que le decía.

—La persigue en sueños, mamá. Convierte sus fantasías en pesadillas, la asusta, se burla de ella por su pasado… —contuvo su gruñido impotente, arañando el suelo sin piedad —la hace sufrir.

—¿Por qué lo hace? No entiendo que gana con eso —expresó, frustrada. El joven Líder asintió y siseó, compartiendo su molestia.

—Porque quiere someterla, apagar su preciosa Luz, extinguirla y hacerle lo mismo que a mí… controlarla y usarla.

Leia lo vio encogerse, maldecir en voz baja lo que le sucedía. Lamió sus mejillas en consuelo, consiguiendo que se agachara más para así poder alcanzar sus largas orejas y calmarlo como mejor sabía que lo lograría. Ben se dejó llevar, ronroneando agradecido y encantado. Ya después, cuando su madre no estuviera presente, desquitaría su furia arañando el tronco del árbol más sólido que encontrara en todo el bosque entero.

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