Problemas en el Clan y en las Fronteras

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Cuando Rose se fue a refrescar al lago y lo dejó solo con Leia y Holdo, Poe nunca había deseado tanto en su vida que la tierra lo tragara entero sin piedad. La charla amena que sostenían las gatas no era una a la que pudiera unirse sin parecer un chismoso, por lo que se sentía excluido, sobre todo por los comentarios de Holdo hacia su Líder sobre que él era un guerrero capaz, pero muy impulsivo.

Definitivamente, si la guerrera trataba de halagarlo de algún modo, estaba haciendo todo lo contrario. Le avergonzaba, eso y que Leia se estuviera riendo en acuerdo.

Además de ignorado, ahora se sentía como un cachorro regañado. ¿Por qué rayos el camino de regreso al campamento era tan condenadamente largo? Deseaba llegar y salir a patrullar cuánto antes para no tener que soportar sus burlas.

—¿Pasa algo, Poe? Estás muy callado desde que nos despedimos de Rey y Chewie —se preocupó Leia.

Su corazón brincó cuando se dio cuenta que su Líder otra vez le prestaba atención. Tan meditas habían estado en su conversación, que literalmente lo habían dejado atrás, a su suerte y sumido en la soledad y aburrimiento.

Se irguió derecho para responder, para decirle que todo estaba mejor que nunca ahora que había reparado en su existencia. Pero Holdo, acercándose peligrosamente a su lado, le arruinó los planes.

—¿Sucede algo, Lugarteniente Dameron?

Era el Lugarteniente, sí, su apellido era Dameron, también, pero todavía no terminaba de agradarle que Holdo siempre lo llamara por su cargo y nombre completo cada que se dirigía a él.

—Todo bien, todo perfecto, guerrera Holdo —contestó con toda la amabilidad que pudo reunir. La gata frente suyo se pegó a su costado y lo empujó hacia adelante.

—Entonces, andando.

Cuando Holdo se apartó del joven, Leia tuvo que reprimir las ganas de reír al ver su expresión pasmada. Tal vez podían discutir muchas veces, pero, al final del día, eran compañeros que, a base de molestarse entre sí, trataban de llevarse lo mejor posible y convivir en paz.

Poe, al ver a su Líder a nada de burlarse, caminó rápidamente sin mirar atrás. Sus orejas le ardían de la pena.

—¡Líder Organa!

Cuando llegaron al campamento, fueron recibidos por Kaydel, quien, agitada, los buscaba urgentemente para informarles lo sucedido en el Clan durante su ausencia.

—Despacio, Kaydel, tranquila —calmó la Líder, con sus dos guerreros prestando también sus sentidos a la joven guerrera —, ¿qué pasa? ¿Por qué tan alterada?

—¡Nuestros límites! —Poe flexionó las garras al oírla —Unos compañeros y yo detectamos el aroma del Clan Oscuro en nuestro lado del lago que separan los territorios.

—¿Qué? —se alarmó el Lugarteniente, recordando que su amiga había ido allí a beber agua. ¿Acaso ella sabría algo al respecto? —¿Ha vuelto Rose, Kaydel?

—Sí, Poe. De hecho, nos enteramos de la intrusión después de que ella regresó.

Poe se alivió. Rose se había salvado por un pelo de que algún guerrero enemigo la atacara o tomara como rehén.

Holdo se acercó a Kaydel e intentó tranquilizarla poniendo su cola sobre su lomo. Ella respiró hondo, antes de volver a hablar.

—¿Qué debemos hacer, Líder? ¿Desea que una patrulla vaya a vigilar?

—Reúne a algunos guerreros y espérenme junto a la guarida de los aprendices—ordenó Poe por ella, interrumpiendo la meditación de Leia —. Si entraron a nuestro territorio, seguramente habrán robado de paso nuestras presas.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now