Planes controladores

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—¿Qué tal les fue en la Asamblea, Rose?

En sí, Poe no necesitaba ver la cara de satisfacción de su amiga para saber lo bien, lo perfecta que había salido la dichosa Asamblea a la que Leia le prohibió asistir. En realidad, se notaba en todos sus compañeros, en cada uno de sus ronroneos burlones y felices, que no había sido tan mala como él quiso creer.

—Hermoso —contestó ensoñada, desconcertándolo en demasía.

—¿Tanto así? Vaya, que lindo —su tono sarcástico la regresó a la realidad, y es que ella no estaba hablando precisamente de lo ocurrido en la Asamblea como tal.

Tal vez se había perdido de las charlas, de las noticias que los Líderes con orgullo compartían, pero Rose no se arrepentía en absoluto de haberse escapado con Hux lejos de todos esos malhumorados felinos que solo competían.

Todavía recordaba la calidez de su rojizo pelaje pegado al suyo mientras ambos estaban ocultos tras el mismo arbusto y acechando al mismo ratón. Tampoco jamás olvidaría el hocico fruncido del guerrero cuando ella atrapó la presa mucho antes de que él siquiera pudiera levantarse por completo a perseguirla.

—Es bueno saber que hayan disfrutado la Asamblea —dijo con repentino resentimiento, uno que a ella no se le pasó por alto —. Quizás unos más que otro.

Pensó que se refería a ella y su felicidad por haber estado con Hux, pero luego se dio cuenta de que su oscura mirada ambarina apuntaba a alguien más. Rose suspiró al reparar que Poe hablaba de Holdo y como esta caminaba con la cola muy arriba a la derecha de Leia.

—Seguramente le habrá encantado ocupar mi lugar, al lado de Leia y el arrugado de Snoke.

—No digas tonterías, Poe —le pasó la cola por el lomo en un intento por infundirle comprensión. El gato bicolor tenía la mirada cristalina, frustrada y dolida.

—Leia ya se olvidó de mí y no tardará en reemplazarme por Holdo —la guerrera negó repetidamente con la cabeza. Él continuó con su lamento, con sus maullidos bajos y heridos —. Sé que lo hará, solo es cuestión de tiempo para que me eche y…

—Calma, Poe —pegó su nariz a su hombro con fuerza —. Leia nunca haría eso. Sabe que te equivocaste, que solo hiciste lo que creíste correcto, y también sabe de lo que eres capaz —lo reconfortó —. Ella fue tu mentora, ¿lo olvidas? Te conoce más que nadie.

—Lo sé, pero… Oh, Rose, yo… —ella le puso la punta de la cola sobre su boca, callándolo sutilmente.

—Nada está dicho aún. Tendrás que esperar para poder sacar conclusiones.

—No sé qué haría sin ti.

—Tal vez te enterrarías vivo —bromeó, sacándole una risa sonora al Lugarteniente.

Conversaron un poco más, hablando sobre todo de algunos detalles que sucedieron en la Asamblea. Aunque, cabe decir, que Rose no podía decir mucho ya que ella prácticamente no estuvo presente hasta que se acabó.

Rose preguntó por Finn, el gato que trató durante parte de su inconsciencia. Poe le contó que él ya había despertado y que ahora ayudaba a Kaydel en la guarida del curandero. Aún no estaba del todo recuperado por lo que salir con los demás guerreros no era una opción.

—¿Crees que Rey haya logrado dar con Luke? —Poe esperaba que sí. Hacer labores de curandero no siendo uno era muy difícil, como la vez que casi envenena a un compañero en lugar de sanarle una simple tos seca.

—Estoy segura que sí —dijo con determinación y confianza.

Conocía tan bien a Rey, o al menos mucho más que él, que estaba más que segura que su amiga sí había logrado cumplir su misión con todo éxito.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora