El regalo de las estrellas

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Pese a que ya no existía Oscuridad como tal que los acechara y corrompiera, los problemas aún no acababan del todo para ninguno de los Clanes que siempre unidos se levantaban frente a cualquier adversidad. La intrusión de un tal Unkar Plutt y su séquito estaba resultando ser toda una roca atascada entre las garras, una que les impedía de cierta forma avanzar y continuar con sus planes de mantener la paz siquiera por unos cuantos años más.

Afortunadamente, en esas últimas cinco lunas, los Líderes habían obtenido un nuevo motivo más para no rendirse y pelear hasta el final. Su familia estaba creciendo y todo dependía de ellos para que las siguientes generaciones vivieran en una merecedora libertad tras tantos años de guerra y caos.

Ben y Poe se hallaban frente a la guarida de los guerreros hablando precisamente de eso, de cómo harían para expandirse más por el bosque y cortar de una buena vez el problema de raíz. No creían que Plutt se lo fuera a dejar tan fácil, así que tenían que estar muy preparados para lo que irremediablemente vendría.

—Debemos reforzar las fronteras —dijo el joven Líder, mirando de reojo a los guerreros que lentamente se amontonaban a su alrededor atentos a cualquier orden, a cualquier plan que por su mente pasara —. Habrá que también aumentar las patrullas y dejar guardia si es posible. No podemos permitir que ni por la noche nos tomen por sorpresa. No de nuevo.

—¿Crees que intenten otra vez atentar contra la seguridad de los cachorros? —temió lo peor el Lugarteniente, tragando en seco mientras recordaba lo que exactamente había pasado esa que última vez que ellos y sus enemigos se enfrentaron.  

Fue durante la noche cuando el caos en el campamento se desató, cuando un gato ajeno al Clan hizo acto de presencia en sus tierras sin permiso y se adentró de lleno al lugar donde nunca antes un enemigo se había adentrado.

La Maternidad.  

Por mucho que las reinas pelearon y defendieron con garras y dientes las vidas de sus preciados cachorros, bastó con que el intruso tomara un rehén para que ninguna pudiera arañarlo más.

O al menos ellas, porque la madre de la cachorrita en cuestión si se lanzó al ataque, logrando liberar a su hija, pero fallando en su intento de librarse a sí misma del inminente golpe que recibiría solo segundos después en venganza por lo hecho.

El felino podía ser delgado, pero no por eso fue incapaz de empujar a la guerrera contra la pared con fuerza y dejarla inconsciente, hacerla perder el aire y desmayarse. Ni siquiera los aprendices que aparecieron en su ayuda pudieron evitar que se llevara a la cachorrita, que corriera con ella hacia las fronteras y se chocara casi de cara con justamente el padre de esta.

El intruso tal vez había sido muy astuto al tomar un rehén y huir, pero no lo fue para nada cuando intentó escabullirse de su nuevo rival, un Líder que solo con la mirada lo paralizó y lo ahogó hasta la muerte con las garras presionando despiadadamente contra su garganta.

Ben sacudió la cabeza ante el recuerdo que junto a Poe compartía, prefiriendo mejor concentrarse en el ahora y no en el antes. Jamás permitiría que se volvieran a meter con su familia, ni con los hijos que amaba con el alma ni con la madre de estos que cada día amaba más y más por la ferocidad y determinación que irradiaba.

Tan metido estaba discutiendo con el Lugarteniente y con Hux, quien curiosamente se había acercado a unírseles en el tema, que ninguno de los tres reparó en un peso sobre sus lomos hasta que estos empezaron extrañamente a chillar.

El joven Líder se agachó a la par que el pelirrojo, ambos dándose cuenta entre sí que unos cachorros trepaban por sus lomos hacia sus orejas, agarrándose lo mejor que sus garritas se los permitían.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now