Decisiones Ajenas

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—¿Dónde está Rey?

Cada que buscaba y no la encontraba por ningún lado, Luke no podía evitar sentirse culpable por dejarla sola por mucho tiempo. Sabía que los guerreros leales a su hermana nunca la dejarían cometer una locura como adentrarse al territorio enemigo, pero algo en su interior le advertía que ni en eso debía confiarse.

Rose, quien estaba frente suyo sufriendo su interrogatorio impaciente, no sabía que excusa inventar para salvar a su amiga. Se había quedado con el Lugarteniente a solas en el bosque, en los límites donde los aromas se mezclaban y eran un tanto difíciles de distinguir. Diría incluso que la dejó a su suerte, pero en realidad ella no creía que Rey estuviera en problema alguno.

Era una pena que su desconfiado Maestro no pensara igual y siguiera insistiendo en saber su ubicación a como diera lugar.

—Este… nos separamos para cazar y, pues, cada uno se fue por su lado y… —comenzó a mentir, siendo cortada por el viejo curandero y su cola desaliñada.

—No me mientas, jovencita —la aludida tembló. Tal parecía que no podía hacer más por ayudarla —. La Fuerza no aprueba tus engaños, mucho menos si son para encubrir algo malo.

¿Malo? Rose pensaba que todo lo que a Rey le estaba pasando era todo menos malo. No había nada malo en amar. Aunque este fuera de otro Clan, él le correspondía con fervor y eso era lo único que importaba para ellos y su relación secreta.

—Finn estuvo con nosotras —contó. Luke arqueó una ceja —. ¿Por qué no le pregunta a él?

La incomodaba sus preguntas, no quería responder, no sabía qué responder siquiera. Se reprochó por no haber reparado en Rey mientras que estuvo con Hux pescando en el lago. Bueno, su escapada tampoco le dio mucho tiempo a pensar en un buen plan que solucionara todo.

El gato canoso resopló cansado. Sus ojos azules centellaron de la angustia, haciéndola removerse inquieta.

—Tu amigo tampoco habló —todavía recordaba las incoherencias que le dijo al contestar sus dudas, como si su mente hubiera sido lavada o borrada —. Si ninguno quiere cooperar, está bien —Rose no le pareció que estuviera bien —. Yo mismo me encargaré de encontrar a mi aprendiza.

—¿E-es su aprendiza? —quiso saber, sorprendida. No sabía que Rey estaba entrenando para ser curandera.

—Lo será —fue lo último que dijo antes de literalmente correr al bosque a buscarla.

Rose intentó detenerlo, pero no lo alcanzó. Para ser casi un veterano, era muy veloz.

Rezó a la Fuerza por que no la encontraran en una situación comprometedora. No conocía al Lugarteniente del Clan Oscuro en persona, pero igual esperaba que él tampoco se expusiera tanto. Si los vieran juntos, pegados como ella los contempló por un breve segundo mientras huía con Hux, Luke no lo tomaría para nada bien.

Traición, deslealtad, y, el único castigo comparable, exilio.

Tenía miedo por ellos, por Rey, sobre todo. No quería que se vaya, no cuando ellas ya se habían vuelto grandes amigas y cómplices.

—¿Cariño? —la voz de Ben en su oreja la sacó de su ensimismamiento. La tierra bajo ellos vibraba, le mandaba una señal que debía interpretar cuánto antes si no quería que fuera demasiado tarde para actuar —¿Ocurre algo? Estás tensa.

En efecto, su cuerpo entero se había tensado apenas algo se retorció en su interior pidiendo atención. Ben lamía sus hombros en un intento por calmarla y con las almohadillas de sus zarpas acariciaba suavemente su flanco. Suspiró, volviendo a recostarse contra él y su espeso y cálido pelaje negro y ondulado.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now