La furia antes de la propuesta

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—¡Ben!

Cuando Leia sintió su agitación y le preguntó la razón, bastó con que Rey la mirara para saber de inmediato que algo malo pasaba con su cachorro. La angustia que reflejaban sus ojos verdosos la dejó de piedra y casi la hace desmayarse también de la bruma de emociones negativas que emanaba.

—Ve por él, Rey —le concedió el permiso que ella había pedido mentalmente sin darse cuenta. La joven titubeó al levantarse. La Líder notó que algo la detenía.

¿Qué diría su Maestro una vez reparara en su ausencia? No quería que la buscara y encontrara con Ben, no cuando lo que más necesitaba era ayudarlo en lo que fuera que estuviera.

Leia se paró a su lado y asintió hacia la salida de la guarida, apuntando más allá con sus orbes chocolate a la profundidad del bosque que los rodeaba.

—Ben te necesita, querida —deslizó suavemente la cola sobre su lomo erizado. Su respiración frenética, nerviosa se tranquilizó un poco —. Eres la única que puede ayudarlo. Ve por él.

Despidiéndose únicamente con una mirada suplicante por que no le dijera a nadie su paradero, Rey salió de la guarida disparada hacia el exterior.

El lazo invisible que los unía a Ben y a ella sería su guía, su Luz en ese sendero lleno de incertidumbre y Oscuridad.

—Rey…

La sentía cerca, quizá mucho más de lo que desearía. No era que no quisiera verla, pero era muy peligroso que lo fuera a buscar donde cuatro guerreros desalmados la esperaban para atacarla.

Kylo había tenido la suerte, o la desgracia más bien, de enfrentarse a uno de ellos mientras buscaba la manera de alejarlos del Clan Luminoso.

Él podía ser un Lugarteniente, un guerrero capacitado y muy hábil, pero los Guardias de Snoke no se comparaban en nada a otros gatos con los que hubiera peleado. Ellos no sentían dolor, no se inmutaban mucho por sus heridas abiertas y mal curadas; eran literalmente felinos sin corazón, sin sentido del honor y respeto.

Como fuera, se obligó a mantener la compostura y en seguir su cacería. Debía atraparlos o bien evitar que llegaran a Rey, quien destellaba una Luz que cada vez más se acercaba a él.

—¡Ben! —escuchó su voz, esa que lo calmó momentáneamente antes de fruncir el entrecejo y agacharse.

Además de ella, alguien más lo acechaba entre los arbustos.

Se apresuró en localizarla, en ubicarla antes de que algún indeseado lo hiciera primero. Cuando asomó la cabeza luego de hurgar entre el verdor durante un par de minutos eternos, su corazón latió con fuerza abrumadora al reconocerla.

Mientras él estaba todo sucio, ella lucía preciosa y radiante.

Rey abrió los ojos como platos, caminando tambaleante hacia el macho. Su pelaje negro estaba revuelto, polvoriento y desgarrado. Sus garras, sus potentes patas blancas se teñían de un rojo carmesí que rápidamente la paralizó de la preocupación.

—¡Estás herido! —prácticamente saltó hasta estar de pie a su lado para revisarlo. Ben bajó la cabeza, escondiéndola brevemente el hombro de la hembra que lo lamía con dulzura sobre uno de los tantos cortes que poseía su pecho —Oh, Ben, ¿qué te pasó? ¿dónde más te hirieron?

El Lugarteniente detuvo su revisión, apartándose de ella lentamente. Gracias a la Fuerza, no la había manchado con la sangre que pintaba su pelo. La aprendiza intentó acercarse de nuevo, pero se lo impidió con una mirada suave.

—¿Ben?

—Snoke está muerto —confesó, tosco y sin emoción. La muerte de ese Líder tiránico nunca podría dolerle en verdad —. Debes irte de aquí. Ahora.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now