El anhelado milagro

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—Entonces, ¿es Poe de verdad el mejor cazador de todo el bosque?

Mientras juntas observaban a la pequeña Paige jugar con una pluma de cuervo a perseguirla, Rey fue picada por la curiosidad y comenzó a preguntarle a Rose sobre los distintos gatos que había visto en el campamento.

A la guerrera moteada en verdad le causó gracia que ella hubiera tocado el tema de las exageraciones de Poe primero.

—Es un buen cazador, sí, nadie puede negar eso —Rey sabía que aún no terminaba, por lo que su repentino ronroneo burlón le sorprendió —. Pero cuando se trata de cazar una pareja… digamos que ahí no es tan bueno.

—Eres mala —molestó, golpeándole entre risitas amistosamente el hombro con su zarpa.

La conversación siguió amena, al menos hasta que una de las preguntas de Rey dejó muda a Rose por más de un minuto.

—¿Cómo era Paige, Rose?

Sabía que era su hermana, sí, y también el nombre elegido para la cachorra que ahora jugaba frente suyo. Pero, cuando antes se la mencionó con nostalgia y un deje de tristeza, se había quedado con la intriga de saber más sobre esa guerrera.

Rose suspiró, reflejando cariño auténtico en su semblante.

—Como Paige, no existía guerrera más leal y valiente que se le comparara —sus ojos marrones brillaban con cada palabra. No necesitaba ser un genio, para darse cuenta que la extrañaba mucho —. Ella no parecía temerle a nada, ni siquiera a las criaturas que, esa noche, destruyeron nuestro campamento.

—¿Criaturas?

Tejones, grandes bestias asesinas blanco y negro —expresó aterrada, con el pelaje de su cuello erizado completamente —. Atacaron la guarida de los aprendices y la Maternidad, donde justo una reina estaba en pleno alumbramiento.

—¿Y qué pasó?

Era la primera vez que oía de los tejones y el escenario que su mente le mostraba referente a eso no era precisamente el más tranquilizador.

Rose se agachó un poco.

—Paige la salvó, poniéndose entre el animal y la reina, convirtiéndose rápidamente en su nuevo objetivo.

—Oh, Rose, lo siento… —no fue muy inteligente preguntar, no cuando ella se veía afligida en su totalidad. La guerrera sacudió la cabeza y su expresión cambió a una más calmada, orgullosa.

—No, está bien, Paige hizo algo que muchos guerreros, yo, por ejemplo, no podríamos haber hecho. Ella es una verdadera heroína —Rey se alegró al notarla con mejor semblante. Aun así, los rastros de su anterior tristeza aún estaban presentes.

—Entonces, la reina de esa vez es…

—Sí, es la madre de la pequeña Paige.

Escuchando su nombre, la cachorrita se acercó saltando a ambas y le regaló a Rose la pluma negra con la que jugaba antes de irse a buscar más y traérselas.

—¿Estaban hablando de mí? Espero que sea algo bueno porque hoy me he portado muy bien.

La guerrera moteada la atrajo con su zarpa y le lamió la cabecita tiernamente. Pronto se levantó y Rey se le unió de un brinco.

—Hay que volver, ¿sí? Tu madre dejó que salieras solo por un par de horas, no todo el día.

—Pero quiero quedarme a cazar con ustedes —hizo un puchero adorable, uno que Rose aprovechó para empujarla suavemente con la punta de su nariz, incitándola a avanzar —. ¿No vieron lo que hice con ese montón de plumas? —lo señaló —¡Las cacé todas yo solita!

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now