Juegos y entrenamientos

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—¡Ese es mi cachorro! —exclamó Leia orgullosa, viendo como su hijo derribaba por tercera vez a su contrincante con la potencia de sus grandes patas blancas.

Poe, quien era el que valerosamente lo enfrentaba, bufó molesto por la obvia preferencia de su Líder. Se suponía que ella había asistido al entrenamiento para apoyarlo a él, no a su cachorro más que crecido.

—¿Cansado, Dameron? —preguntó Ben con sorna, azotando la cola con fuerza en el aire.

A diferencia suya, el joven Líder lucía todo menos agotado. Era tal la resistencia que poseía, que su reluciente pelaje negro incluso lucía bien pese al polvo que lo ensuciaba ligeramente. Además de que su mirada ambarina no hacía más que resaltar su semblante salvaje de por sí.

Era como si Ben hubiera nacido para el combate y, aún así, verse bien sin la imperiosa necesidad de acicalarse.

—¡Tú puedes, corazón!

Y para colmar su frustración, Rey no colaboraba en lo absoluto al también alentar a su pareja a acabarlo. Poe creyó que ya tenía suficiente con Leia, pero ella junto a Rose y Hux le hicieron darse cuenta que su orgullo podía sufrir aún más.  

El Lugarteniente se reivindicó al burlarse de su contrincante ronroneando. Y es que verlo guiñarle un ojo a la hembra que en el público lo observaba con fascinación, fue algo que creyó nunca presenciar.

A pesar de lo tosco y gruñón que podría parecer, muy, muy en el fondo él era como cualquier gato enamorado, tierno y meloso. Rió más fuerte ante su propia conclusión.

—¿Qué pasó, Solo? ¿Acaso tienes que impresionar a una hembra para poder ganarme? Menuda bola de pelo adorable que resultaste ser, ¿ah?

Aunque le pareció gracioso al principio, Poe deseó de inmediato no haberlo provocado. Ningún entrenamiento pudo haberlo preparado jamás para el ataque que recibió, que lo dejó fuera de combate sobre el suelo polvoriento, debilitado y adolorido,

¿Qué pasó, Dameron? —imitó su tono, apartándose de él luego de haberlo empujado y hecho rodar —¿Acaso te mordió la lengua el gato?

—Vaya, qué fuerte pegas —se reincorporó lentamente, cojeando al acercarse él y extenderle la zarpa en son de paz —. Supongo que solo me queda decir: buena pelea, Solo.

—Igualmente, Dameron —coincidió, ayudándolo a caminar de regreso al público todavía pasmado.

Una vez reunidos, Leia se acercó a su hijo a veloces zancadas. Ben ronroneó sonoramente al sentir su lengua peinarle tiernamente el pelo revuelto entre sus orejas largas.

—Lo has hecho bien, hijo mío —continuó su mimo, avergonzándolo en demasía al reparar en que los observaban —. Has mejorado bastante desde la última vez que te vi pelear.

—Uhm, sí, creo que sí…

En sí, la última vez que su madre bien pudo verlo fue cuando la primera batalla en las fronteras se desató, cuando Snoke aún lideraba el Clan Oscuro, cuando aún su padre vivía para contarlo. Tratando inútilmente de evitarlo, se deprimió ante el recuerdo.

No importaba que tanto Han lo hubiera perdonado al otorgarle el don del perdón y una de sus vidas, Ben nunca dejaba de sentirse culpable por no haberlo podido ayudar cuando fue atacado hasta fallecer delante de sus alarmados ojos.

—¡Ben! —escuchó a Rey saltando hacia él e inmediatamente cambió el semblante a uno más alegre cuando ella se restregó contra su pecho con fuerza cariñosa —¡has estado increíble, corazón!

—Gracias, cariño —agradeció a lametazos, sacándole uno que otro ronroneo dichoso que lo cautivó —. Eres tan dulce.

La aprendiza le pisó la pata bruscamente al oír su comentario e interpretar su significado. El que se lo dijera mientras la lamía tan fervientemente en las orejas y las mordía con suavidad en las puntas, la ponía muy nerviosa, sobre todo si consideraba que Leia estaba aún ahí para verlos y escucharlos. Aunque agradeció en grande que ella los ignorara.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now