Lealtades verdaderas

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Sin Pryde que lo ayudara y apoyara en sus planes en busca del poder total sobre el bosque, Snoke estaba solo y a completa merced de su Clan. El Lugarteniente Ren no había tardado mucho en ganarse la confianza de la mayoría de sus guerreros, por lo que solo era cuestión de tiempo para que todos se fueran en su contra y lo derrocaran de su liderazgo tiránico.

Lejos de lo que cualquiera pudiera pensar, el Líder del temido Clan Oscuro no sentía ningún tipo de pena por la muerte de su supuesto amigo. Al contrario, solo le embargaba la rabia y la decepción al recordar con precisión el cómo, según sus felinos le contaron esa vez, había muerto bajo las garras de una mascota suertuda, una gatita mimada que no pertenecería al bosque por más que lo intentara.

Arañó el suelo bajo sus zarpas, frustrado. Ya no le quedaba nadie a quién recurrir. Se rehusaba a visitar el Kyber Lunar y buscar consejo en sus antepasados. No quería la ayuda de Palpatine para triunfar, quería hacerlo por su cuenta y que la historia lo recordara como el Líder que era, el que le devolvió su ferocidad al Clan Oscuro y los distanció de la blandura que sus enemigos del Clan Luminoso representaban.

Snoke se levantó de su lecho, harto ya de permanecer echado sin hacer nada más que quejarse de lo que no tenía al alcance de sus garras. Asomó la cabeza por la entrada de su guarida y descubrió que, en plena fría mañana, los únicos que vigilaban el campamento eran sus Guardias sin espíritu.

Una idea retorcida cruzó su mente apenas vio a lo lejos a sus guerreros salir de su guarida, más concretamente a Ren, Hux y Phasma caminando con tranquilidad hacia el montón de carne fresca.

Y es que a veces, para ganar la guerra, debías atacar a tu enemigo por donde más le dolía.

—Esto no ha acabado aún, Ren —murmuró para sí, llamando disimuladamente a sus Guardias con la cola para que entraran con él a su guarida privada —. Tú y tu estúpida mascota pagarán por todo lo que han hecho.

Gruñendo, Snoke se fue a planear su siguiente jugada, ajeno o no tanto a lo que podría pensar su Lugarteniente al respecto.

Si Kylo Ren acabó con sus posibilidades de gobernar el bosque, entonces él terminaría con sus deseos que conseguir la vida pacífica que tanto anheló durante años. Sin su mascota de por medio, interrumpiendo sus grandes ideales, la voluntad del gato negro quedaría absolutamente bajo su poder y podría usarlo para cumplir sus ambiciosas metas.

Igual que con Vader, quien había sucumbido por completo a la Oscuridad debido a la pérdida de la hembra que más amaba en esa vida, Snoke extinguiría a como diera lugar lo quedaba de Ben Solo en Kylo Ren.

Eso le enseñaría a nunca más meterse con él.

—¿Qué te pasa ahora, Ren? —preguntó Phasma a su lado, viéndolo comer un conejo rápidamente —¿por qué tan famélico?

¿Cómo podría explicarle a su amiga que, la razón de su hambre voraz, era porque pasó toda la noche recorriendo las estrellas junto a su amada guerrera? Se había agotado tanto en sueños, que su cuerpo real le dolía si se esforzaba de más al realizar alguna acción por más simple que fuera.

Hux, a su derecha, ronroneó burlón. Agradecía en grande que la guerrera gris no le hubiera preguntado a él también. No había pasado la noche en el Clan, por lo que Phasma fácilmente podía deducir que había estado con Rose.

Suspiró al recordar su cita nocturna, trepando árboles, cazando luciérnagas. Todavía le sorprendía lo buena que era su motas escalando por los troncos más anchos con sus pequeñas y redondeadas garras. Él ni loco se atrevía a su subir, aunque, si ella lo vigilaba y sostenía cuando resbalara, muy gustoso lo volvería a hacer. 

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now