Preocupaciones exageradas

54 10 35
                                    

—¡¿Qué?! —exclamó Ben sorprendido, sin palabras qué decir respecto a lo oído. Hux, que aún le sostenía la mirada con sumo valor, suspiró pesadamente antes de continuar con su explicación.

No quería que su Líder creyera que no tenía siquiera un motivo para negarse a participar en la guerra como su Lugarteniente. En realidad, tenía uno muy claro, uno que era suficiente y sabía él comprendería perfectamente.

—Lo que oíste, Solo. No pienso dejar el campamento e ir al campo de batalla sabiendo que Rose estará aquí sola y desprotegida, a posible merced de las sombras que nos invadan.

Al terminar de hablar, de aclarar con fervor su gran razón, se erizó ciertamente alarmado. La sola idea de no estar allí cuando su pareja más lo necesitara le desgarraba el corazón, le aterraba en demasía. Si podía evitar que algo malo le pasara, lo haría, incluso si eso significaba arriesgar su propia vida en ello.

Ben, que se había mantenido en silencio, le deslizó la cola sobre su lomo rojizo y en punta en señal de comprensión. Él sabía bien lo que era perder a alguien, no hacer lo suficiente por salvarlo y protegerlo, así que no se atrevería ni de broma a contradecirle en eso.

—No tienes que ir si no quieres, Armitage —lo calmó, siendo testigo de como su respiración se ralentizaba.

Ya no lo miraba, su atención ahora estaba centrada en el tranquilo escenario frente a ambos, en donde las hembras que amaban, dueñas de sus corazones, conversaban amenamente, ajenas a lo que entre ellos ocurría.

El Líder suspiró, coincidiendo con lo que su Lugarteniente pensaba solo para sí. Él tampoco se perdonaría en la vida si algo malo le pasaba a su pareja, a su eterna compañera, a su Díada en la Fuerza.

—Puedes quedarte aquí, protegiendo el campamento con el resto que ha decidido también quedarse, petirrojo —sugirió también sin mirarlo, pero sabiendo que él le asentía y aceptaba —. No dudo en que las sombras lleguen hasta acá, y por eso no debemos darles el gusto y dejarlo sin protección. La reinas y veteranos, los cachorros y aprendices muy jóvenes para pelear también nos necesitan.

—Entiendo.

—Así que esa será tu misión, encargarte de que aquí sea lo suficientemente seguro para ellos, ¿está bien?

—Me parece perfecto —volvió a asentir, agradeciendo nuevamente también su comprensión. Ben ladeó la cola, restando importancia.

—No permitiremos que ninguna vida más de las necesarias se pierdan.

—A menos que esta se lo merezca.

Ben y Hux ronronearon, quedándose quietos y en silencio unos minutos más en lo que contemplaban al par de amigas que aún seguían concentradas entre sí en su tema. A juzgar por sus rostros y miradas luminosas, estas parecían muy cómodas, así que no era prudente interrumpirlas. Aunque una de ellas lo prefiriera así.

—¿Y cómo te has sentido últimamente, Rose? ¿siguen las náuseas o ya han cesado un poco?

Tal vez ya no era curandera y no entrenaba para serlo, pero Rey aún no podía evitar preocuparse por ella respecto a eso. Mitaka y Luke bien podrían, pero tampoco la guerrera moteada se los permitía, siempre bajo la excusa de que tenía más confianza en su amiga que en ellos.  

—Desde que Huxie está conmigo, me he sentido mucho mejor —respondió radiante, muy feliz de tener a su pareja ahora sí consigo para siempre sin que ya no tengan que ocultarse como antes habían hecho muchas veces en el pasado.

—¿Ya no necesitas la lavanda?

—¡Para nada! —exclamó, ronroneando risueña. Rey la imitó, contagiada por su emoción —Como te digo, desde que Hux está aquí, siento que ya no la necesito tanto como antes. Cuando él me abraza y su aroma me envuelve, todo problema desaparece.

Star Paws: A New WarriorWhere stories live. Discover now