Dolores físicos y emocionales

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Entendía que Rey ya no quisiera verlo nunca más, pero Finn aún no podía darse por vencido con ella al menos no sin antes de disculparse como era debido. Todavía la consideraba su amiga y, si quería seguir conservando su amistad algo arruinada, lo correcto era siquiera intentar rogarle perdón una vez más.

Lamentablemente tendría que esperar el mejor momento para hacerlo porque los alaridos lejanos y súplicas por ayuda le hicieron saber que algo muy malo estaba ocurriendo en Takodana mientras él se debatía entre volver o no.

—¡Rey! —gritó su nombre cuando llegó y, para su temor y disgusto, ni una sola voz le contestó.

Apresuró el paso hacia el centro del parque en busca de alguien que pudiera ayudarlo, pero unos dientes gruesos en su nuca lo detuvieron. Reconoció los ladridos y su corazón se calmó al saberse a salvo en compañía, suponía, de Han y Chewie.

—¿Sigues aquí, influyente? —el viejo gato no lucía muy contento de verlo, pero Finn, en cambio, estaba muy feliz de haber encontrado en la multitud un par de caras conocidas —¿Dónde están Rey y BB? Creí que habías ido tras ella —lo reprendió cual cachorro travieso y algo en su interior se encogió, avergonzado.

—Hubo algunos problemas y… ellos estarán bien —aseguró con determinación, haciendo memoria de la vez en que la gata había protegido a BB de sus enemigos con destreza. Si se mantenían juntos, tal vez, solo tal vez, ambos estarían bien.

O eso quiso creer cuando repentinamente, un tanto en la lejanía, escuchó el chillido característico del cachorrito blanco y naranja. Este esquivaba con gracia y rapidez a varios felinos que trataban torpemente de atraparlo durante su carrera hacia un punto invisible para Finn.

¿Qué rayos hacía solo y dónde estaba Rey? Su interior se llenó de temor.

—¡Finn, detrás de ti! —le indicó Han muy tarde, siendo al instante derribado por un ágil gato rojizo, uno al que le tomó unos segundos reconocer.

—¿Me extrañaste, traidor? —su filosa voz lo aterró y rápidamente trató de liberarse de su agarre. Sus garras lo mantenía firmemente en su sitio.

—¡Hux!

Intentó como sea moverse, buscar un ángulo que le favoreciera, pero hiciera lo que hiciera nunca podría con él, un guerrero experimentado.

Hux lo mordió en el hombro y, de un fuerte tirón, lo lanzó solo unas colas de distancia de él. Su pelaje erizado y brillante lucía como el mismo fuego, sin contar que sus ojos claros destellaban igual que el mismo Sol.

No necesitaba ser un genio para saber que estaba molesto.

—¡Esto es por Phasma! —gruñó en alto, saltando hacia él y empujándolo bruscamente con sus zarpas delanteras. Finn rodó y se recompuso lo más rápido que pudo, mostrando los colmillos y preparándose para luchar.

El guerrero rojizo volvió a bufar, lanzándose nuevamente al ataque. No se iría de ahí sin antes atinarle una buena golpiza.

—¿Jugando al héroe, traidor? —se burló, frunciendo el hocico —No eres más que un cobarde, una sucia rata rastrera que solo va tras lo que le conviene.

Finn cayó redondito en la provocación, alcanzándolo velozmente y enredándose con él en una pelea tosca a base de arañazos y mordiscos.

Hux iba ganando y lo habría matado de no ser por una guerrera que lo salvó en último momento. El guerrero pelirrojo primero se asustó al sentirla tirar de él como un cachorrito, tomándolo desde el cuello con los dientes, pero luego se tranquilizó al ver que ella no era ni siquiera tan alta como él.

Star Paws: A New WarriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora