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Esta vez salí antes de la ducha, aún tenía que llamar a Sophie y ver si no estaba ocupada.

Me puse una camiseta fina de mangas largas y estampado a rayas azul marino y blancas, la cual me arremangué hasta poco antes de los codos. Un short blanco y unas sandalias de tacón en color azul marino casi negro. De pendientes me puse unas perlas blancas pequeñas, pelo suelto y como diadema, mis gafas de sol preferidas.

El primer tono sonó mientras bajaba las escaleras. Segunda, tercera... Colgué. Llamé una vez más.

-Buenos días mi niña, ¿te sirvo el desayuno?- me preguntó Lupe limpiando la encimera con una bayeta, antes de doblarla y colocarla junto al grifo. Asentí con una sonrisa antes de que una voz aguda hablara al otro lado de la línea.

-¿Si?- preguntó. Caminé hacia el ventanal trasero dispuesta a salir al jardín. Lilian, con una cesta en manos llena de ropa corrió la puerta dejándole paso así al pequeño y nervioso Draco, que cada día estaba un poquito más grande y juguetón.

-Buenos días- me saludó dándome un beso en la mejilla. Tardé en responder a la llamada, por quedarme mirándola. Me sonrió divertida.

-Oye, ¿sabes que la gente tiene cosas mejores que hacer?

-Perdona Sophie, soy yo Megan, no sé si te acordarás de mí, soy tu...

-¡Megan! Pensé que perderías el número o algo- reí tímidamente.

-Bueno, casi lo pierdo. Digamos que el centrifugado no fue lo bastante potente para su destrucción.

-Lavadora, ¿no?- preguntó entre agudas risitas.

-Sí- reí -¿Qué tal estás? ¿Ya estás en casa?

-Oh sí, ya llevo dos días en casa. Tan solo tengo la muñeca vendada, ayer me quitaron las vendas de la rodilla, pero creo que no me llamas porque te interesen mis vendas- reímos.

Fuera la temperatura era agradable. El cielo tan inmenso y azul como el mar, estaba salpicado por cientos de nubes rotas que lo decoraban sin ningún orden. Los rayos de sol daban un brillo y un color agradable a la fresca hierba mientras otros se reflejaban en las gotas de rocío de las coloridas rosas, provocando que sus pétalos parecieran destellar levemente con mi movimiento.
Entré nuevamente a la casa, acercándome a la nevera para poder ver mejor la hora.

-Bueno, lo cierto es que quería ver si podías quedar dentro de hora y media- dije insegura.

-¿A las doce?- se hizo un silencio -Mm... ¿te parece mejor a la una? Es que me pilla muy justo, me tengo que duchar aún y dudo que me de tiempo, soy un desastre.

-Bueno, lo que te venga bien, tan sólo dime dónde quieres que quedemos y allí estaré.

-Umm... No sé, sé que sonará egoísta, pero ¿te importa que quedemos en Hyde Park? Aún la rodilla me da problemas y el parque es lo más cercano a mi casa.

-Sin problemas- sonreí al recordar el único recuerdo que en realidad tenía de aquel parque.

-Genial, pues nos vemos allí a la una.

-En la entrada, ¿no?

-Ah sí- rio -Ya nos imagino dando vueltas por allí una en busca de la otra, con lo grande que es eso- reí por su tono.

-Pues nos vemos allí a la una, un beso.

-Otro para ti, hasta luego- colgué la llamada.

-Aquí tienes el desayuno, mi niña- dijo Lupe colocando la bandeja sobre la isla. En ella había un plato con un sándwich mixto, una pequeña macedonia y un vaso de zumo de naranja natural.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now