Capítulo 67.

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Damos unos pasos para llegar a un camino de madera y antes de pisar la arena, me detengo.

— Espera.

Me quito los zapatos que comienzan a hacerme daño y dejo que mis pequeños pies respiren la brisa marina.

— ¡Aah! ¡Soñaba con hacer esto desde que salimos! —no puedo evitar lanzar un pequeño chillo.

Él hace lo mismo con sus mocasines, después pasa un brazo alrededor de mi cintura y me besa delicadamente en la sien. Este dulce gesto no hace sino impresionarme a la vez que me sorprende. Me gusta esta ternura entre nosotros, lejos de nuestras interminables batallas.

Toma mi mano entre las suyas apretándola con rapidez, al cabo de unos segundos no pierdo la oportunidad de poder entrelazar nuestros dedos.

No somos los únicos que pasean al atardecer, algunas personas pasean por el borde del mar; una mujer joven juega con su perro mientras que su hijo termina un castillo de arena.

Por un momento, podría olvidar los últimos acontecimientos y pensar que mi vida es simple. Me gustaría creerlo, después de todo, Matt no es sólo lo que se ve, es más que eso. Y estoy segura de que apoyaría mis aspiraciones de tener una vida tranquila. Echo un vistazo a su mansión que se alza al fondo de la playa.

— ¿Es una mansión familiar?

— No. Es la primera cosa que compré cuando recibí mis primeras ganancias. Mis madre nos llevaba a menudo al mar, a Allysa y a mi. Me gusta volver aquí, escuchar el murmullo tranquilizante de las olas que vienen y van, caminar sobre la arena.. —la mirada de Matt se ilumina cuando mira hacia el crepúsculo. No puedo dejar de admirarle.

— ¿Qué le ocurrió a tu madre?

— Oh... ¿En serio quieres hablar sobre eso ahora? —levanta una ceja acompañada de una sonrisa.

— Cuando a ti te apetezca.

Para nosotros dos, el mar nos incita a hacernos confidencias.

— Padecía una enfermedad grave. —veo como se contraen los músculos de su mandíbula mientras continuamos paseando lentamente.

Se detiene mirando al mar, como para darse valor. El agua rompe suavemente sobre nuestros pies.

— Fue una enfermedad de mierda. —automáticamente aprieto su mano como para reconfortarle. — No pudo hacer nada. Aunque fuera la mujer más luchadora que he conocido. —se gira hacia mi y fija sus ojos en los míos. — Esa fuerza la he encontrado en ti, por ahora.

Es el tipo de comentario que directamente te llega al corazón. Su carácter apasionado a veces me recuerda al de papá.

— ¿Por eso tus abuelos se hicieron cargo de ti y de Allysa?

— Los padres de mi padre. —me corrige dirigiéndome una sonrisa amarga. — No les considero como de mi familia.

Frunzo las cejas para mostrar mi incomprensión. ¿Qué ocurrió para que hable de esa manera de ellos?

Mueve la cabeza, con un rictus de desagrado en sus labios.

— Se puede decir, señorita Evans, que usted sabe como hacerme hablar.

Levanto los hombros con una aire contrariado, no busco tirarle de la lengua, simplemente me gusta escucharle y si pudiera aliviar un poco de su pena, me sentiría satisfecha. Deja escapar un gran suspiro mientras tira una piedra a las olas.

— Me llevó varios años entenderlo... Y más tiempo vivir con ello. —su voz es desgarradora, casi ahogada. Mi corazón se rompe, no me gusta verle así. — Si mi madre hubiera podido pagar los tratamientos, quizás las cosas hubieran sido diferentes.

Predecible ©Where stories live. Discover now