Capítulo 5.

27.9K 1.4K 119
                                    

Cuando bajo, el aire fresco de la noche me recibe. Al menos espero que mis mejillas no sean de un color escarlata. ¿Qué coño fue eso? Nunca lo había hecho, pero me encontré medio desnuda en los brazos de un extraño.

Cuando me encuentro con Allison, ella tiene los brazos cruzados y parece que discute con alguien por teléfono. Cuando me ve, se apresura en llamar a un taxi de nuevo.

— ¿Por qué has tardado tanto? Hasta creía que te habían secuestrado. —me lanza una mirada acusadora. — ¿Qué? ¿Te has encontrado con un semi dios en el ascensor y te lo has trincado o qué?

Una descarga intensa explota en mi pecho. Allison siempre piensa mal, excepto que esta vez, si que se aproxima a la verdad. A pesar de que ni siquiera he visto al hombre en cuestión.

Dios mío... Pero... ¿Qué clase de chica soy?

El tipo de chica que cae ante un dios de la sensualidad y que no pudo resistir.

— ¿Entonces qué...? ¿Has visto al lobo?

No, pero he estado a punto de verlo.

Me veo incapaz de explicarle que viví un momento francamente caliente en el ascensor y que he estado a punto de tocar el cielo con los dedos con un desconocido.

— Si hubiera visto al lobo no sería en Carter Corporation... Bueno... ¿Nos vamos?

— Oh, vaya... Y yo que quería mostrarte el de mi hermano, acabas de romper un sueño. —pone su mano sobre su corazón, con aire decepcionado, pero en ese momento suelta una carcajada seguida de otras dos más. Le doy un pequeño golpe en el brazo. 

Allison finalmente desvía su atención de mi para esperar al taxi. Por un instante mi mente se desvía a la sensación que he tenido en ese ascensor. Hubo una atracción, estoy segura, nunca me había sentido así antes. Maldigo al cielo por tener esta culpa.

Su olor viril y la firmeza de sus músculos no me dejan ninguna duda, puedo imaginarlo fácilmente joven, guapo, con rangos marcados y un cuerpo para desmayarse. Pero a decir verdad, en esa oscuridad humeante su aspecto no tenía ni la menor importancia.

— Vamos. —Allison entra en el taxi, moviéndose más o menos sutilmente, dejándome espacio a la derecha.

De repente una duda me invade. No tuve tiempo de ver su cara y si... ¿Y si se trata de un compañero? Me congelo. Ante mi repentina palidez Allison me pregunta si todo está bien, asiento con la cabeza mientras miro por la ventanilla, pensativa.

***

Ha pasado una semana desde lo ocurrido. Y no ha sucedido nada extraordinario en mi vida, todo sigue en calma. Y como de costumbre estoy en mi escritorio trabajando en un archivo que me dio Ian a principios de esta semana, rezando poder terminar esto antes de que oscurezca.

Cuando llego a mi apartamento, dejo mis cosas en la encimera de la cocina y me dejo caer en el sofá con los brazos extendidos y las piernas relajadas. Cierro los ojos por un momento hasta que escucho un rasquido característico, mi pequeño hámster se acaba de despertar de su larga siesta.

Como de costumbre meto la mano en la jaula y se mete en mi palma, le rasco suavemente el cráneo y hace un ruido de satisfacción, siempre me ha  parecido gracioso cuando hace eso. Alger es un glotón y mentiría si dijera que no está un poco obseso, ya que a menudo le doy las migas de lo que preparo. Pero como a menudo digo, ¿para que vivir si no vas a disfrutar de las cosas buenas? 

Pongo a Alger en el sofá junto a mi, mientras agarro mi portátil, como todas las noches me conecto a mi blog de cocina. Lo tengo desde hace varios años, es un refugio para mí, mi jardín secreto. Tengo un montón de visitantes habituales que siguen mis recetas y mis aventuras, hay incluso varios con los que a menudo converso a través de la mensajería instantánea. Y es divertido, porqué comienzo a tener seguidores de todo el mundo. Debo decir que no comparto mis últimos descubrimientos culinarios, también los guardo para mí.

Tengo grandes dificultades para invertir en algo sin poner una pequeña parte de mí. Por lo tanto se trata de cientos de personas que se conectan todos los días a "Las pequeñas delicias de Ettie".

Mientras espero a que carguen los comentarios, me levanto para comer algo. Mi nevera está llena, soy una adepta a los mercados, siempre tengo de todo, como digo en mi blog, una buena comida empieza por elegir cuidadosamente los ingredientes. Y eso comienza por los supermercados.

Preparo una bandeja con comida improvisada mientras veo cómo los comentarios se cargan progresivamente. Alger en cuestión de segundos ya está mirándome para que le de algo. Me río al verlo y mis ojos se posan en la pantalla del portátil, afortunadamente tengo este blog, en esta enorme ciudad a veces me siento un poco sola. Así que todas esas personas que me siguen me reconfortan con su presencia. Me alegro al ver que mi última receta de tarta de manzana con cardamomo y limón confitado es todo un furor. Todavía recuerdo la expresión de Allison cuando lo probó.

En sus palabras: "Es francamente un orgasmo al paladar."

Decido leer de forma rápida las críticas antes de ir a dormir y ducharme. El archivo que me dió Ian es demasiado largo.

(...)

Esta mañana casi me quedo dormida, me prepare con mucha velocidad, tanto así que me tuve que peinar con mis propios dedos ya que no tenía tiempo para cepillármelo, tampoco tenía tiempo de elegir ropa y combinarla por lo cual me he puesto un traje algo informal, que muestra mis piernas más de lo habitual.

Entro en la oficina, tomo mi lugar entre la multitud y extiendo un cálido saludo a Allison que ya está en su lugar con el auricular. Una vez en mi oficina, empiezo a acomodar mis cosas cuando Ian me llama.

— Hola, Bridget.

Le respondo mirándole con un simple "Hola". Ian me guiña el ojo y me regala una gran sonrisa que sólo él tiene, antes de darme una carpeta.

— ¿Se lo puedes llevar a Han? No tengo tiempo de jugar a la secretaria para él.

Ah, por supuesto, claro que si. Como no tengo nada más que hacer...

Entre Han y Ian siempre es algo complicado. A Ian no le gusta recibir órdenes, y en especial si se trata de Han.

— Euh... Si, de acuerdo. Ya sé lo ocupado que estás. —digo con algo de sarcasmo pero que él no parece notar ya que me dirige una sonrisa mientras pone una mano en mi brazo.

— Gracias, ya sabía yo que podía contar contigo. Es en el último piso.

— ¿En el último piso? ¿El piso del Sr.Carter?

— Cierto. Sólo tienes que dárselo a Han allí arriba.

Predecible ©Where stories live. Discover now