Capítulo 53.

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El océano se dibuja tras las ventanas del coche que circula a toda velocidad por la carretera. No se piensa en estos lugares cuando se piensa en Nueva York, pero esta ciudad puede presumir de tener playas preciosas. Este fantástico paisaje tiene el don de hacerme bajar el tono y recuperar mi seriedad.

De repente da un volantazo rápido y preciso para aparcar a un lado. Lo veo aparcar con tanta facilidad cuando a mi me llevaría varios minutos. Pero incluso aunque Matt no fuera tan sexy, podría seguirlo a donde quisiera ya que es tal la forma en la que me hechiza. De repente me rio sola.

— ¿Qué?

— No, nada.

Me tienes rendida.

— No te muevas. —sale del coche y lo rodea para abrirme la puerta. Matt y su habitual clase.

Cuando salgo, una suave brisa acaricia mi cara y respiro hondamente la brisa marina. Matt me mira durante un momento antes de envolver sus brazos en mi cintura y darme un beso en los labios.

La intensidad de su mirada y la dirección que toman mis pensamientos hacen que me ponga colorada. Sus labios se estiran ligeramente, como cada que vez que observa el efecto que produce en mi. En un instante se mueve hasta el maletero de donde saca las dos toallas y un cesto de mimbre bien cerrado.

Desliza una mano por mi espalda para invitarme a caminar hacia la arena fría, que se hunde bajo mis pies. Cuando su brazo acaricia el mío y su mano coge la mía, una agradable sensación se extiende por todo mi cuerpo.

Suelta mi mano para colocar las toallas sobre la arena ahora calentada por el sol, y nos sentamos. Miro sus movimientos, el gran Matt Carter me enseña una nueva faceta de él, muy diferente a la del infalible hombre de negocios. Aunque ponga toda la voluntad del mundo para contener mis sentimientos, soy sensible a esta nueva faceta.

Le sonrío y me dejo cae a su lado sobre la toalla.

— Ah, se está tan bien aquí. —me tumbo sobre mi espalda, miro el cielo de un azul inmaculado, con las manos cruzadas sobre mi vientre.

Se apoya con el codo para girar su cuerpo hacia mi. Doblo las rodillas y dejo caer la cabeza a un lado, para admirarle. Juega con algunos granos de arena entre sus dedos.

¿Qué pasa por su bella cabeza, señor Carter?

Se queda en silencio, mirando como se desliza la arena entre sus dedos. Tengo todo el tiempo del mundo para disfrutar de lo que veo. Su camisa, ligeramente entreabierta, me deja ver el nacimiento de su pecho. El viento juega con su pelo, normalmente echado hacia atrás. Sus ojos brillan con la luz del sol. Así, aún es más guapo.

Tan guapo que me pregunto que es lo que hace conmigo.

No soy una de esas surfistas esculturales a las que según parece no presta mucha atención, ni una de esas top models con las que se deja ver a menudo.

— Matt... ¿por qué?

Levanta su mirada, sus iris grises se fijan en mi.

— ¿Por qué que?

Suspiro mirando más allá de nuestras toallas.

— ¿Por qué yo? Solo necesitas hacer un clic con los dedos para tener a cualquiera de esas magníficas mujeres.

Siento que me ahogo en sus ojos al momento de decir la última palabra. Se acerca a mi y acaricia mi pelo, durante un segundo cierro los ojos ante la ternura de ese gesto.

Predecible ©Where stories live. Discover now