Capítulo 12.

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Cuando entro a la habitación con poca luz, descubro a Carter en su escritorio, leyendo un periódico. Obviamente no puedo dejar de encontrarlo caliente, solo y concentrado en la oscuridad de la habitación. A pesar de su corta edad, emite algo impresionante, una especie de fuerza que es a la vez potente y perturbadora.

Las luces de la ciudad que penetran a través de los grandes ventanales que rodean su oficina se reflejan en su traje. Incluso al final del día, siempre está perfecto.

¿Qué se esconde detrás de ese aparente dominio, señor Carter?

Siento que está tan absorto en su trabajo que se olvidó de mi presencia. Me aclaro la garganta suavemente para hacerle saber discretamente de mi presencia. Lo veo fruncir el ceño y pasar una página, levanta la vista hacia mí y su rostro se relaja. En sus ojos siempre leo esta perturbadora intensidad que me toca desde adentro y se mete bajo mi vientre.

— Ah si, Evans, ¿qué ha decidido?

— Acepto su propuesta.

— No fue una propuesta.

— Trató de fingir que lo era. —sonríe. Leo una satisfacción especial en sus ojos, debe pensar que su victoria fue fácil, aunque no quería darle ese placer. — Pero tengo una condición.

Con suavidad se apoya en el respaldo del asiento, colocando su dedo índice y pulgar en la barbilla. Sus ojos se iluminan con un nuevo resplandor.

— Normalmente no recibo ni acepto órdenes de mis empleados, de ningún tipo, pero haré una excepción con usted.

Divertido, me hace señas para que continúe.

Me aclaro la garganta antes de hablar.

— Jugaré a la secretaria de sus pequeñas tareas, pero también puede confiarme archivos interesantes y darme responsabilidades. Quiero evolucionar, aprender con usted, quiero que mi trabajo tenga una dirección. —se erje y pone sus manos juntas sobre su escritorio.

Me pregunto si no he sido demasiado insolente, solo así me va a mandar de nuevo a la planta 42 a mí y a mis condiciones.

— Muy bien. A partir de ahora quiero que esté disponible, quiero contactarla en cualquier momento. Tengo que confiar en usted, mi objetivo es la excelencia, no espero un trabajo simplemente bien o aceptable. La mediocridad no me interesa. No sólo tendrá que gestionar la organización de una gala o elegir un restaurante, sino también gestionar entrevistas para las que no tengo tiempo, hacer informes sobre nuestras actividades en el extranjero o para asesorarme sobre la elección de un traje.

— ¿Desde la elección de un traje? —hago una mueca respecto a eso.

— ¿Será para usted un problema? —su pregunta tiene un deje de burla y a la misma vez desafío.

— En realidad no, pero mi dominio es más sobre la gastronomía que la moda.

— Bueno, espero que sea lo suficientemente curiosa para aprender nuevas habilidades. —esta vez me mira desafiante, lo veo en sus ojos que muestran la muda satisfacción de que ganó.

— No hemos planteado la cuestión de mi sueldo.

— ¿Cuál es su precio?

Esa pregunta me derrumba, nunca me han dicho tal cosa. Por lo general siempre me advierten que el salario será bajo al principio.

— Eh bien...

Una sonrisa aparece en su rostro. Jodida mierda, es precioso cuando sonríe.

Parece salido de una revista QC. Sus hombros sobresalen de un traje italiano perfectamente confeccionado. Ni un solo mechón fuera de lugar.

Predecible ©Where stories live. Discover now