Capítulo 77.

9.5K 567 31
                                    

Me quedo paralizada, con la boca abierta, impotente delante del vehículo que se acerca a mi a una velocidad demasiado rápida.

— ¡BRIDGET! ¡NO TE QUEDES AHÍ!

La voz de Dave golpea al aire mientras yo me quedo petrificada, como una bestia salvaje sorprendida en una carretera con niebla.

De repente unos fuertes brazos me sujetan, antes de tirarme hacia atrás con una brusquedad impresionante. Todo mi cuerpo se mueve junto con mi grito. Siento que el vehículo no pasa más que a unos centímetros de mi.

Al mismo tiempo, pierdo el equilibro y todo el horizonte se inclina peligrosamente. Oigo como Dave encaja el choque de su cuerpo contra el suelo mientras que el mío choca contra su torso. Miro al asfalto aturdida.

El miedo no me abandona, me ha dejado totalmente paralizada haciéndome completamente vulnerable.

— Todo va bien, Bridget... Todo va bien. —Dave afloja su agarre y se levanta. Me ayuda a hacer lo mismo, pero me tambaleo, todavía en estado de shock.

Despacio avanzamos hacia el porche del edificio, me agarra por los hombros ya que mis piernas flojean y siento que no puedo caminar sola. Estoy empapada, chorreando. En mis mejillas, la lluvia se mezcla con mis lágrimas. Mi respiración es entrecortada, desigual, lucho por no ahogarme.

— Bridget, respira. ¡Respira!

Me agarro a su voz, como lo haría un atleta de alto rendimiento con su entrenador.

— Dave... Yo... Yo...

— Aquí... Calma. Respira... Respira...

Acabo de esquivar de nuevo a la muerte y esta vez ha estado demasiado cerca...

¿Qué es lo voy a hacer? ¿Cómo es que puedo continuar así?

Entramos en el edificio, encontrándonos cara a cara con Allison que detiene su marcha para mirarnos, con los ojos abiertos como platos.

— ¿Bridget...?

Inmediatamente ve que algo no va bien, claro que no tengo que tener el aspecto de uno de mis mejores días. Dirige una breve mirada a Dave antes de colocar su mano sobre mi hombro.

— ¿Está todo bien? ¿Que ha ocurrido?

Intento explicarle la situación pero mi voz se ahoga en lo más profundo de mi garganta. Me falta energía, no tengo aliento para responder.

— ¿Os conocéis? —la voz dudosa de Dave se dirige hacia Allison.

— ¡Claro! ¡Es mi amiga!

— Entonces, ¿puedo confiarosla un minuto? —Dave se aleja unos cuantos pasos para marcar un número, mientras coloca su móvil en la oreja no deja de mirarnos. — Señor... La señorita Evans está aquí abajo. Un vehículo ha intentado atropellarla. Si... De acuerdo. Si. No. Muy bien.

Un escalofrío helado recorre toda mi columna vertebral cuando sus palabras llegan a mis oídos.

— ¡¿Cómo que un vehículo ha intentado atropellarla?!

Esta vez Allison está completamente aterrorizada, me mira y se inclina hacia mi como si fuera un animal herido.

Antes de que tenga tiempo de explicarle algo, Dave vuelve hacia nosotras y se dirige a mi amiga.

— Está en estado de shock. ¿Sería tan amable de traernos algo caliente? ¿Un té o un café?

— ¡Si! ¡Por supuesto! —se va rápidamente, el ruido de sus tacones martillea el suelo y resuena por toda la silenciosa recepción.

Los de la limpieza se han detenido y ahora soy el centro de su atención.

— Vamos, señores, a trabajar. No hay nada que ver. —bajan la cabeza un poco molestos y retoman sus ocupaciones al segundo. — Ven a sentarte.

Me acerca a un sillón sobre el que me dejo caer.

— Dave... Muchas gracias.

Se conforma con dirigirme una mirada de complicidad.

De repente LE veo llegar, al instante mi cuerpo se relaja y una poderosa emoción se apodera de mi. Como si el único que pudiera calmar mi tormenta interior hubiera llegado por fin.

— ¡Bridget!

— ¡Matt!

Me levanto y me tiro a sus brazos. Poco importa toda esa gente al rededor de nosotros. A decir verdad, nada más tiene importancia para él ni para mi. Oculto mi cara contra su cuello y rodeo su cintura con mis brazos para abrazarme mas fuerte contra él. Me abraza con la misma intensidad. Sus brazos se colocan en mi espalda y su mano acaricia mi pelo empapado. Ese gesto me resulta más tranquilizador que cualquier otro.

— Eh... Vamos... Estoy aquí ahora... Todo está bien...

Cuando me endurezco, me pierdo en el abismo de sus bonitos ojos y me dejo invadir por su olor y por su reconfortante bienvenida. Me separo un poco de él y miro hacia Dave, quien nos mira más alejados.

— Dave... Ha evitado lo peor.

Él está a nuestro lado, impasible. Matt le mira durante un breve instante. No llego a analizar la naturaleza del intercambio silencioso de miradas entre los dos hombres, pero llego a sentir la tensión.

Allison vuelve, trae una bandeja con unas humeantes tazas de té. Se queda petrificada cuando Matt se da la vuelta hacia ella.

— Euh... Yo... Aquí están las bebidas calientes...

Si la situación no fuera tan dramática, me hubiera reído ante la reacción de mi amiga. Veo que el efecto Carter también funciona en ella. Me pregunto si será consciente de que desestabiliza así a una mujer.

A lo mejor hay algunas mujeres menos débiles que nosotras que no se dejarán hechizar fácilmente por una presencia carismática y unos ojos penetrantes.

— Gracias, señorita. —dice Matt antes de volver a girarse hacia mi. Esta vez, Allison se convierte en una peonía roja.

Matt me hace una señal para que me siente de nuevo y se agacha para estar a mi altura mientras que acaricia suavemente mi mano. — ¿Estás mejor?

— Si, creo...

— Te voy a acompañar a casa, ¿de acuerdo?

Allison avanza lentamente, levanta el dedo como lo haría una alumna para poder hablar en clase.

— Yo... Yo puedo acompañarla.

Matt dirige de nuevo su mirada hacia ella, sus ojos son a la vez benevolentes y determinantes.

— Es usted muy amable, pero puede irse a casa.   Yo cuidaré de ella.

Dave interviene para invitar a Allison a alejarse y así dejarnos solos a Matt y a mi.

— Dios mío, Bridget... Lo siento...

— He tenido tanto miedo, Matt... No estoy hecha para todo esto...

Su mirada se ablanda.

— Lo sé, mi amor.

— No tienes que dudar de Dave... Si no hubiera estado ahí...

Ahora el color de sus ojos se vuelve más oscuro, metálico. Después suspira lentamente, relajándose.

— No hablemos de eso ahora. Voy a acompañarte para que entres en calor.

— No quiero ir... No quiero ir a tu... Ya sabes...

— Si.

— Prefiero que vayamos a mi casa.

Asiente mientras que se quita su chaqueta negra para después colocarla sobre mis hombros mojados y llama al ascensor para que nos lleve al sótano.

Predecible ©Where stories live. Discover now