Capítulo 43.

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Me lleva hasta su inmensa cama sin dejar de mirarme a los ojos. Estoy bastante segura de que podría perderme en ese gris metálico, hipnótico. Los rayos de sol que inundan la habitación, calientan las pocas partes de mi cuerpo que aún no están ardiendo.

Cuando me deja sobre la cama, se levanta y me mira detalladamente, sus iris penetrantes no me abandonan ni por un segundo. A medida que se quita la camiseta, no puedo evitar recorrer todo su cuerpo con la mirada. Sus pectorales abultados, sus abdominales perfectamente dibujados... Es la imagen del pecado encarnado lo que tengo frente a mí. Sólo tengo ganas de una cosa y sólo él me la puede dar. Este deseo es tan fuerte que es casi doloroso.

— Vamos a ver que tengo en el armario que pueda satisfacer a la señorita... —me rio ante su aire malicioso.

Avanza unos pasos y se gira para deslizarse por una gran puerta que se abre sobre un vestidor de ensueño. Admiro su espalda, sus músculos están contraídos. Tira de una puerta corrediza que contiene varias docenas de corbatas. Me pongo colorada inmediatamente cuando mi imaginación empieza a trabajar.

— Parece que tienes todo el material para divertirte. —mi voz es inestable; intento hablar para tranquilizarme.

— Mmh... Para tí, será de seda.

Se gira hacia mí, con una corbata azul marino entre las manos, debo decir que ya no me rio tanto ante su determinación. Camina hacia mi con la forma de un felino de caza, la pequeña antílope ya está atrapada...

Me contoneo sobre las sábanas de seda mientras que se hace sitio entre mis piernas a la vez que sube la camisa hacia arriba, sobre mis hombros y se despoja de ella. Estoy completamente desnuda.

— Joder, tu cuerpo me da ideas imposibles de confesar. —sus palabras me envuelven, siendo incapaz de decir nada.

Contengo inconscientemente la respiración y se me pone la piel de gallina cuando sus manos me acarician, trazando un camino imaginario por todo mi vientre. Se levanta y observa mi cuerpo.

— Hay tantas cosas que podría hacer con ese cuerpo. —la reacción es inmediata, todos mis sentidos están al borde. Me arqueo para ofrecerle una vista mejor. Sacude el trozo de tela entre sus puños. — Vamos a jugar un poco. —me mira y desliza la seda sobre mis ojos.

— Matt...

— Shhh...

Tengo miedo de que me abandone pero enseguida ese sentimiento es remplazado por otro mucho mayor. Me dejo llevar. Me gusta cuando toma el control sobre mi, es muy excitante estar entre sus expertas manos. Me levanta con delicadeza la cabeza para anudar la corbata en mi nuca.

— ¿Sabes que cuando uno se priva de un sentido todos los demás se multiplican, Bridget?

Pero también sé que con él todos mis sentidos ya están en su punto más alto. Han llegado al paroxismo. No puedo ver nada, siento que ha cesado todos mis movimientos.

— Tomate tu tiempo para sentir todo... Quiero que te pierdas en las sensaciones que te quiero y que te voy a dar.

Matt... Voy a morir de deseo si continúa diciendo estas cosas.

Lentamente, recuerdo la habitación, los colores, el espacio. Siento el sol calentar mis pies, noto sus piernas contra mis muslos desnudos, sus manos en mi cintura y me concentro únicamente en su tacto. La ligereza del aire que roza mi piel, la sensación de la seda en mis párpados... Mi corazón late tan deprisa que podría explotar, sin embargo la sensación es sorprendente.

Dejo escapar un gemido cuando sus manos acarician mi piel, explora mi cuerpo con una sensualidad indescriptible. Sé que está inclinado hacia mi porque su aliento cálido acaricia mi cuello. Sus labios se apoyan en los míos con tanta dulzura que podría creer que también son de seda. Muevo mis manos hacia su pelo pero las atrapa y los pone por encima de mi cabeza.

Predecible ©Where stories live. Discover now