Capítulo 1.

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— ¿Acabaste? —preguntó Tessa, negué con la cabeza en respuesta. — ¡Lástima! Porque tengo más trabajo para usted. —me miró con una pequeña sonrisa cargada de malicia y acto seguido dejó una montaña de folios en mi mesa.

— No puedo hacer todo a la vez. —me queje, cuando vi que ella levantaba una ceja en mi dirección, resoplé. — ¡Primero debería acabar esto!

— Pues quédese más tiempo.

Y dicho esto se marchó, ni siquiera dándome tiempo a responder.

Llevaba todo el día ordenando, estudiando y repasando informes, llevando cafés y llamando a distintas empresas. Incluso tuve una pequeña pelea con mi compañera, una completa tontería. ¿Os podéis creer que perdí doce minutos escuchando lo mismo?

"Pedí café con leche. Con leche. No negro."

Y así, sucesivamente. Si no me encargarán trescientos al mismo tiempo, no pasaría esto. Eran las seis de la tarde, mi puesto acabaría justo en diez minutos pero como otros días, me quedaría haciendo horas extras. Creo que debería quejarme de mi sueldo.

Masajeando mis sienes con mis dedos y suspirando por octava vez empecé revisando la montaña de folios.

Después de algunos minutos decido ir a la sala de pauta y así poder despejarme un poco, son muchas horas las que tengo que pasar frente a un ordenador.

— Vaya, vaya, vaya. —me pongo rígida cuando noto la voz de Tessa a mis espaldas. Me doy la vuelta con los labios apretados. — Veo que siempre está descansando. ¿Cree usted realmente que el café le ayudará a ser más eficaz en el trabajo?

Oh, venga ya.

— Tengo la suerte de estar en una empresa que permite descansar a sus empleados.

— De hecho, me pregunto porque sigue usted formando parte de esos empleados. La veo con más frecuencia aquí delante de la máquina de café que trabajando.

— Cuando tomo café, me fluyen las ideas.

Y es verdad. Pensar en cómo deshacerme de ella, es una idea bastante buena. Ya veo los titulares en los periódicos: "Bridget Evans, culpable de asesinato pasional por estrangulamiento."

Ya hasta veo a los equipos de expertos tomar huellas en las uñas de gel de Tessa y encontrar mi ADN.

Salgo de mi ensoñación cuando veo que levanta una ceja arrogante hacia mi, posiblemente dándose cuenta de que estoy en otro mundo paralelo en donde las cosas me salen bien.

— Espero que acabe todo el trabajo el día de hoy. Si no, ya debería preocuparse por su carrera señorita Evans.

Y dicho esto se va, soltando un suspiro exagerado y completamente dramático.

Dos horas después, casi había acabado. Pensé que era suficiente, solo tenía ganas de tomar un baño. Casi todos los empleados se habían ido, así que recogiendo mis cosas decido irme. Pero la mala suerte siempre está de mi lado y ella seguía aquí, así que sabiendo que iba a preguntarme decido darme prisa intentando no mirarla. Me intento escabullir, por lo cuál me dirijo hacia el lujoso ascensor con los ojos clavados en el suelo.

Con la precipitación tropiezo con las puertas que comienza a cerrarse. Sin quitar los ojos del suelo empiezo a refunfuñar, no es justo hacer más horas de las que me toca. Entro en el ascensor sintiéndome molesta.

Pulso el botón de la planta baja por cuarta o quinta vez, pero no baja.

— ¡Mierda! ¡Ya tengo suficiente con esta porquería de ascensor también!

Golpeo con violencia el botón del piso de abajo. Me hace falta salir de aquí, de pronto me siento agobiada, necesito tomar el aire.

— ¿Le pido perdón? —una voz ronca y algo burlona suena detrás mia.

No estaba sola.

Dándome media vuelta y levantando los ojos del suelo hacia la voz masculina, mi mirada se posa sobre dos iris grisáceos. Mi cólera desaparece automáticamente.

— Eh... Perdón. —no sé que más decir. — Pensaba que estaba sola.

Miro a la persona que tengo detrás mía: traje negro, peinado cuidadosamente y perfectamente echado hacia atrás, haciendo que ni un solo mechón se salga y unos intensos ojos grises. No sé quién es este hombre pero además de que es bastante agradable de mirar, tiene algo más que pocos hombres tienen; desprende mucha elegancia y una autoridad natural desconcertante, casi intimidante.

— ¿Que problema tiene usted con mi ascensor? —el hombre levanta su ceja derecha, poniendo sus manos dentro de los bolsillos de su elegante pantalón negro. Su traje a medida me parece tan caro que estoy segura de que, si lo vendiera, podría pagar mis próximos tres meses de alquiler.

¿Pero... Su ascensor?

— Eh nada... Perdón, es que he tropezado y...

Me siento RI-DÍ-CU-LA.

La atmósfera es verdaderamente rara. El hombre eleva un poco su barbilla sin dejar de mirarme. Las puertas se cierran y comienza su descenso hasta el piso bajo. ¡Ya solo tengo treinta y seis pisos debajo!

— ¿Y usted es? —tiene el tono de los hombres a los que es mejor responder rápidamente y claramente.

— Señorita Evans, emh... Yo trabajo para el señor Fox en el piso cuarenta y dos.

Me mira un instante y luego posa sus ojos sobre mis manos crispadas durante unos segundos. Frunce las cejas lo que hace que me impresione, después los rangos de su rostro se aflojan.

— Voy a pensar en ofrecer un seminario de descanso para los empleados del piso cuarenta. Me parece que están demasiado estresados.

En su mirada puedo leer un punto de entretenimiento.

— ¡He aquí una buena idea! —contesto siguiéndole el rollo con algo de burla.

Creo que no debería hablar así con el que debe de ser uno de los directivos de la empresa.

Aunque está bien pasar por loca ante uno de los jefes, Bridget.

Pero seamos sinceros, estoy burlándome de un tipo en un ascensor que probablemente me está pagando mi salario.

— Debería también preocuparme personalmente de que los nuevos trabajadores sean menos insolentes en mi empresa.

¿"Su empresa"? Me quedo plantada como una imbécil, tomando consecuencia de que acabo de burlarme de no un simple directivo, si no de la persona más importante de la empresa. El señor Carter.

Lo estás haciendo genial, Bridget.

— Excúseme, me bajo en este piso.

Cuando pasa por mi lado para salir, me dirige una mirada de depredador, del tipo que da la impresión de estar desnuda, vulnerable. Después él desaparece.

Vale... Acabo de rozar el desastre.

Predecible ©Where stories live. Discover now