Capítulo 31.

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Por un momento no escuchamos nada más que el ruido sordo del motor. Hay tanta tensión entre nosotros que podrían saltar algunas chispas.

— Señor... Esto no es... —intento separarme de él sin la menor convicción.

No podemos hacer esto, pero me muero de ganas por hacerlo. Mis ojos se vuelvan a fijar en sus labios, los cuáles veo que se estiran suavemente. Se acerca aún más para inclinarse hacia abajo haciendo que su boca roce mi oreja. Su olor me invade por completo... Una descarga se propaga por todo mi cuerpo.

— No estaba tan indecisa cuando estaba sobre usted en ese ascensor... ¿Recuerda?

¡¿QUÉ?!

Mi corazón da un salto en mi pecho. Esta revelación me hace salir del letargo en el que me había sumido su control. Me siento como si alguien me hubiera tirado un cubo de cubitos de hielo en plena cara.

Ya había sentido está duda, debería haber escuchado a mi intuición. Él era el misterioso desconocido del ascensor, el hombre que me ha hecho vivir el momento más inapropiado y más sensual de mi existencia.

¡Él lo sabía desde el principio! ¡Qué cabrón!

Me aparto de él bruscamente, mis manos se posan en su torso para alejarlo de mi, dejándole plantado delante de la ventanilla.

— Entonces.... ¿Usted lo sabía desde el principio...?

Se arregla con calma su camisa blanca y una sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios.

— Tengo que decir que usted ha sido mucho más divertida esta noche de lo que fue entonces.

¡Qué descaro!

— ¡¿Por qué no me había dicho nada?!

Me mira por debajo visiblemente divertido, bajando las mangas de su camisa.

—Decirle ¿qué? ¿Qué yo era el misterioso hombre que besaste salvajemente en el ascensor de su trabajo? —de nuevo esa sonrisa burlona que acelera los latidos de mi corazón.

— Más bien debe decir que USTED me besó salvajemente.

— Usted no me dio la impresión de oponerse.

De repente me doy cuenta de algo más desagradable y humillante que su mentira. ¿Es está la razón por la que me contrató? Esto explicaría mi repentino cambio de puesto.

¿Es esto lo que buscaba desde el principio? ¡¿Follarme en su jet privado?!

— ¿Es por eso por lo que me contrató? —mis puños están cerrados y mi voz se ahoga en mi garganta.

Si se me acerca de nuevo, juro que estoy lista para darle una hostia monumental.

— En absoluto.

— ¿Oh, entonces por qué?

Y aquí está la pregunta del millón.

— Usted despertó mi interés en aquella reunión, señorita Evans. Me gustan las personas que representa un desafío. Y ese pequeño bonus en el ascensor, no tiene nada que ver con lo que pienso de su capacidad.

— ¡¿Ese pequeño bonus?! ¡Estoy flipando!

Se sienta moviendo la cabeza de un lado a otro, mientras muestra una sonrisa burlona. ¡Está claro que esta situación le está divirtiendo mucho!

— ¿Qué es lo que le hace gracia?

Sus ojos grises me miran, dagas directas a mi corazón. Apoya su codo en el brazo del asiento y se frota el mentón con sus largos dedos.

Predecible ©Where stories live. Discover now