Capítulo 4.

28K 1.6K 173
                                    

Mis manos se deslizan alrededor de su cuello para besarle más profundamente si cabe, pero coge mis manos a la altura de mis muñecas para bloquearme por encima de la cabeza. Dejo escapar un pequeño gemido cuando su cuerpo se aprieta pesadamente contra el mío. No sé ni quién soy, sólo soy un cuerpo ardiente, impaciente y suplicante.

¿Qué es lo que me pasa? ¿Es que realmente voy a hacer lo que estoy a punto de hacer?

Aunque la habilidad y la fuerza de nuestros movimientos dejan pocas dudas sobre el resultado de los acontecimientos. Relaja suavemente la presión sobre mis muñecas. Coloco mis manos en su cintura para subir a lo largo de su chaqueta y desabrochar el botón que la mantiene cerrada, oigo el roce de la tela que se desliza y cae al suelo. Cuando mis manos acarician su pecho y tiran de su camisa, escucho como ahoga un pequeño suspiro totalmente perturbador.

A su vez, acaricia mi piel bajo la tela de la falda de mi vestido. No se oye más que una mezcla de sonidos, gemidos ansiosos y explosiones sofocantes.

Él empieza tocando la cremallera de la espalda de mi vestido, bajándola. Mi conciencia me dice que pare inmediatamente. No soy ese tipo de chica, pero obviamente mi cerebro dejó de funcionar al igual que este ascensor.

Es entonces cuando entro en pánico, siento que desliza lentamente una de sus manos por mis desnudas piernas, desde arriba de la rodilla hasta mi muslo. Siento sus labios de nuevo en mi cuello pero esta vez de forma distinta, dejando besos húmedos. Al igual que también siento sus grandes manos en mis dos nalgas, elevándome hacia arriba, mi espalda apoyada en la pared de acero y su cuerpo presionado contra mi, envuelvo mis dos piernas en su cintura.

Abro mis piernas de forma casi inconsciente, puedo sentir su miembro presionando contra mi zona sensible.

Y es entonces cuando me besa, de nuevo. De forma apasionante haciendo que un escalofrío recorra toda mi espina dorsal. Sus dedos parecen buscar algo y parece que lo encuentra ya que se hacen paso entre mis piernas, rozando mi ropa interior. No me contengo y suelto un claro gemido. Puedo ver un atibismo de sonrisa. Mierda. Su dedo índice me acaricia, su boca aún sigue atacando mi cuello y siendo sincera ahora mismo no me importa. Su dedo pulgar aparece presionándome un poco, jadeo en voz alta.

Su boca deja mi cuello y se dirige hacia mi oreja, para seguidamente morder el lóbulo algo que hace que mi oreja roce mi hombro ante esa sensación.

Su dedo pulgar deja de presionarme para poder comenzar moviéndose en círculos entre mis piernas. Estoy mojada y él lo nota. Por lo tanto aparta la fina tela que me cubre hacía un lado. Genial, me siento expuesta. Empieza hacer los mismos movimientos que antes, pero después de un rato introduce un dedo dentro de mi.

Introduce el segundo dedo en mi interior, los queda ahí un rato y después los saca de golpe. Vuelve a repetir el proceso, aumentando el ritmo, metiéndolos y sacándolos rápidamente. No voy aguantar mucho más. De repente mi respiración se vuelve pesada, irregular.

— Sigue. —digo como puedo entre gemidos. No quiero que pare, ya habrá otro momento para arrepentirse. Sus dos dedos siguen entrando en mi de forma progresiva.

— No te contengas. —habla por primera vez contra mi oído. No sé si su masculina voz era así de ronca o era debido también en parte a la excitación. Y eso me provoca aún más, estoy apunto.

Entonces él se detiene y empieza a hacer caricias y ya no puedo aguantar más. Mis manos se aferraran a su cuello y cierro los ojos mientras noto como mi cuerpo empieza a temblar. Arqueo la espalda y gimo acompañada de sus jadeos mientras una sensación de placer me recorre entera.

Mi respiración vuelve a ser regular. Me baja y mis pies vuelven a tocar el suelo. Él vuelve a deslizar sus manos por mis muslos pero esta vez para quitarlas de mi centro.

Espero su siguiente movimiento cuando de repente el motor comienza a recuperarse y la luz regresa en un destello cegador. Es imposible distinguirle las  características ya que me sujeta con firmeza, así que no puedo ver su cara. Apenas recobro el aliento pero estoy lejos de haberme recuperado. Pardeo varias veces para que mis ojos se acostumbren de nuevo a la luz.

La palma de mi mano aún está apoyada en su pecho, sintiendo sus firmes pectorales. Jadeo y me tambaleo, sin estar demasiado segura de lo que acaba de ocurrir. Completamente confundida me dejo embriagar por su perfume y el contacto de su piel. Cuando recupero el equilibro, siento su cálida voz acariciando mi oído mientras me sujeta.

— Vas a bajar en la siguiente planta y vamos a mantener este momento en secreto. —su voz es firme y autoritaria y siento que no puedo responder.

Me gustaría replicar algo, decirle que se vaya a la mierda. Pero nada, no soy ni siquiera capaz de articular ni una palabra. Noto por el sonido de su voz que sonríe.

— Tú no sabes quién soy...

Siento que juega conmigo como un gato lo haría con un pequeño ratón que se encuentra entre sus garras. Pero esta última frase, lejos de molestarme, sacude todo mi sistema nervioso con un festival de descargas.

Cuando salgo del ascensor no sé muy bien dónde estoy. Salí con la cabeza gacha incapaz de mirarle. Ni siquiera tengo la mínima presencia de ánimo para darme la vuelta. Tengo que esperar unos segundos para darme cuenta que llegue a mi piso para recuperar mi bolso.

Pero creo que antes debería ir al baño.

Predecible ©Where stories live. Discover now